Humanismo Soka
Kotekitai, la Banda de Pífanos y Tambores del Departamento Juvenil Femenino de la Soka Gakkai, fue fundada por el maestro Ikeda el 22 de julio de 1956. Por aquel entonces, específicamente el 6 de mayo de 1954, se había fundado Ongakutai, la banda del Departamento Juvenil Masculino en el centro cívico Shibuya, de Tokio. El nuevo grupo se embarcó en sus actividades convocando a miembros que tocaran un instrumento o que estuvieran interesados en aprender.
En su novela La nueva revolución humana, en el capítulo «Misión» del volumen 14, el maestro Ikeda cuenta sobre el espíritu fundacional de las bandas:
«En aquel momento, ninguno de los líderes antecesores había mostrado comprensión hacia esa propuesta [de crear una banda musical]; más bien, se habían opuesto totalmente diciendo que no tenía nada que ver con la fe y que debía olvidar la idea. Pero esta se basaba en la creencia de Shin’ichi [seudónimo del maestro Ikeda] de que una religión superior siempre da surgimiento al arte y a la cultura, y que era misión de la Soka Gakkai crear una cultura humanística. Estaba convencido de que las expresiones artísticas y culturales mostrarían la grandeza del budismo.
De todos los líderes de la Soka Gakkai, solo el maestro Toda apoyó la idea y lo animó a seguir adelante.
—Si eso es lo que quieres, entonces hazlo — le dijo».
A raíz de la creación de la banda del Departamento Juvenil Masculino (DJM), dos años después se fundó la banda Fuji, precursora de Kotekitai:
«El éxito que obtuvo la banda de la DJM, hizo que el Departamento Juvenil Femenino (DJF) ansiara formar su propia banda de pífanos y percusión lo antes posible. Cuando Shin'ichi se enteró de esto, dijo con alegría dibujada en el rostro:
—Está bien, tengamos una banda de pífanos y percusión. Pero conseguir los instrumentos no será fácil. Prometo que haré todo lo posible para comprarlos, pero denme tiempo…
Llenas de esperanza, las jóvenes asintieron. En ese momento, la Soka Gakkai no tenía fondos, así que Shin’ichi planeaba pagarlos de su propio bolsillo. Cuando había ahorrado la cantidad necesaria, le pidió al líder de la banda del Departamento Juvenil Masculino, Takeshi Arimura, que los comprara. Arimura eligió pífanos y tambores de segunda mano en buenas condiciones, vendidos por el ejército norteamericano».
Entonces, se estableció la Banda de Pífanos y Tambores. Las jóvenes que deseaban ingresar se reunieron en la sede central de la Soka Gakkai. Pero ninguna había tenido alguna vez uno de esos instrumentos en las manos.
«Las ejecutantes de los pífanos alzaron ansiosas sus flautines, listas para recibir instrucciones del líder de la banda Takeshi Arimura. Pero cuando apoyaron los instrumentos en los labios y soplaron, no salió un solo sonido. Al insistir con más fuerza, se marearon y quedaron sin respiración. Aunque la mayoría no podía leer la partitura, era evidente su esfuerzo por hacerlo.
A partir de ese día, las jóvenes aceptaron el desafío. Eran técnicamente inexpertas, pero incomparables en espíritu y determinación. Las que tocaban el tambor, por ejemplo, estaban constantemente vocalizando para familiarizarse con la música. Cuando volvían a sus hogares, al final del día, practicaban con los palillos para comer golpeando una tabla envuelta en un paño.
Aunque los ensayos se sumaban a otras múltiples ocupaciones –trabajar, estudiar y realizar actividades de Gakkai-, ninguna se quejaba. Sabían que todo inició requiere paciencia y esfuerzo».
La primera actuación se realizó durante la reunión de líderes del Departamento Juvenil Femenino que se llevó a cabo en el centro cívico de Nakano, en Tokio, el 3 de septiembre de 1956.
«Antes del debut, todas estaban extremadamente nerviosas. Las manos que sostenían los instrumentos temblaban y las rodillas se entrechocaban. Aunque hicieron lo mejor que pudieron, estuvo lejos de ser una actuación de primer nivel. Algunos espectadores las apodaron humorísticamente la “banda de soplidos”, porque ese era el único sonido que habían podido escuchar. Cuando Shin'ichi Yamamoto se enteró de esto, dijo confiado: “Lo que la gente diga ahora no importa. Lo importante es que algún día se convertirán en las mejores del mundo. Y sé que así será. Estoy convencido, porque para llegar a ser el mejor, uno debe tener una meta elevada y un fuerte sentido de propósito. Sin un objetivo claro, no se puede revelar el potencial que se posee. La banda de pífanos y tambores de la Soka Gakkai existe en bien del kosen-rufu, por la felicidad de todos los seres humanos y la paz mundial. ¿Qué podría ser más elevado?».
El maestro Ikeda siempre abrigó la convicción de que la música es el idioma capaz de unir a las personas trascendiendo las barreras nacionales y étnicas, y que puede cumplir un gran papel en la marcha hacia la paz. Después de pensar cuidadosamente el asunto, llegó a la conclusión de que era indispensable una banda. Y por esta razón, fundó Ongakutai y Kotekitai.
«Si sus integrantes toman conciencia de su misión, podrán mostrar un talento que jamás imaginaron. Por supuesto que para ello tendrán que practicar seriamente y hacer un enorme esfuerzo. En cualquier empresa, el éxito es otra manera de decir esfuerzo. Si nuestra banda de pífanos y percusión quiere superar a otros grupos, tiene que practicar más que nadie. La fe es la fuerza impulsora para enfrentar ese desafío», afirmó.
LAS BANDAS EN LA ACTUALIDAD
En la actualidad, Kotekitai es un grupo de capacitación artístico en el que las jóvenes integrantes de todas partes del mundo aprenden a vivir existencias basadas en la inseparabilidad de maestro y discípulo, creando profundos vínculos de amistad y orientando sus vidas hacia la felicidad. Desafiándose en aprender a tocar un instrumento, se esmeran por brindar esperanza a cada persona que las escucha, con el deseo de conmover sus corazones. En Argentina, la banda Dulce Melodía Kotekitai integra las Bandas Juveniles, junto a Cosmopolita Ongakutai y también el grupo de Dulce melodía Kotekitai Baile.
A continuación, compartimos el poema «Ángeles de la paz»:
«Ángeles de la Paz
mensajeras de la cultura
de corazón entusiasta.
Ustedes amigas de Kotekitai,
son las flores eternas
surgidas en este mundo en desorden.
Bajo la conducción de un solo guía,
ronden líneas verticales u horizontales.
Ordenadas reflejan una elegante belleza,
un ballet libre se dibuja creado por la tensión de vuestros cuerpos y de vuestro espíritu.
¡Ah! En un mundo de angustias y de problemas
ustedes forman una cadena calurosa,
cuyo lazo es la vida respetable.
Atacadas por un viento riguroso
ustedes siguen el camino difícil llevando a la victoria el arte y la sabiduría
signo de resplandor de vuestra juventud.
Rompiendo el hielo resistente de la ideología,
ustedes son las pioneras de la apertura de las fronteras
cerradas desde hace tiempo.
Jóvenes desconocidas,
embajadoras sin laureles
puros y verdaderos ángeles de la paz.
Ustedes no conocen ni las técnicas políticas,
ni las intrigas diplomáticas.
Pero penetran en la vida de los pueblos, engrandecen el ejército de la amistad
y propagan profundamente sin palabras la filosofía de la paz.
Sin armas ni bombas con simples tambores y pífanos
ustedes acompasan con ritmo la melodía esencial y original del universo maravilloso.
Del fondo del corazón,
los pueblos reciben vuestro mensaje
el mundo entero descubre entonces, el camino de la paz.
Canción alegre y cadenciosa de “Do-Re-Mi”
canto puro y poético de “la luna de Koyo” ¡Sinfonía de entusiasmo!
Todas fertilizan un espíritu árido y hacen nacer un oasis de armonía.
Ángeles que vuelan más lejos que el horizonte,
no olvidaré jamás vuestros ojos brillantes de lágrimas,
convergiendo en el punto original de la unión mundial.
Me gustaría aplaudir vuestros sonidos cristalinos, perlas centellantes.
Pasando a través de las llamas de la guerra,
dominando los rumores de la civilización, del cielo, de la tierra, de toda la humanidad.
Anunciadoras de la nueva verdad he ahí, lo que son ustedes
Una a una las luces de la vida se encienden,
juntándose unas con otras,
entrecruzándose sobre la tierra de Mappo, oscura y corrupta.
Esas luces por fin serán la fuente luminosa y ardiente
que para siempre difundirá sus rayos sobre toda la inmensidad del futuro.
Daisaku Ikeda
18 de Septiembre de 1971