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«¡El mundo es tu escenario!» | 2 de octubre, Día de la Paz Mundial de la SGI

«¡El mundo es tu escenario!» | 2 de octubre, Día de la Paz Mundial de la SGI

«¡El mundo es tu escenario!» | 2 de octubre, Día de la Paz Mundial de la SGI

Humanismo Soka

jueves, 2 de octubre de 2025

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El 2 de octubre, Día de la Paz Mundial en la SGI, marca el aniversario del arribo del maestro Daisaku Ikeda, quien cinco meses antes había asumido la tercera presidencia de la organización budista a los 32 años, a Hawái, Estados Unidos, en su histórica primera travesía por la paz del mundo que inició en 1960. Esa fecha se considera el punto de partida del movimiento global por la paz emprendido por la SGI, que actualmente se ha extendido a ciento noventa y dos países y territorios de todo el mundo.

El 2 de octubre, Día de la Paz Mundial en la SGI, marca el aniversario del arribo del maestro Daisaku Ikeda, quien cinco meses antes había asumido la tercera presidencia de la organización budista a los 32 años, a Hawái, Estados Unidos, en su histórica primera travesía por la paz del mundo que inició en 1960. Esa fecha se considera el punto de partida del movimiento global por la paz emprendido por la SGI, que actualmente se ha extendido a ciento noventa y dos países y territorios de todo el mundo.

El 2 de octubre, Día de la Paz Mundial en la SGI, marca el aniversario del arribo del maestro Daisaku Ikeda, quien cinco meses antes había asumido la tercera presidencia de la organización budista a los 32 años, a Hawái, Estados Unidos, en su histórica primera travesía por la paz del mundo que inició en 1960. Esa fecha se considera el punto de partida del movimiento global por la paz emprendido por la SGI, que actualmente se ha extendido a ciento noventa y dos países y territorios de todo el mundo.

Aquel 2 de octubre fue el primer paso para el desarrollo del kosen-rufu mundial. Albergando en su corazón el sueño del maestro Josei Toda de liberar del sufrimiento a la humanidad, el joven Ikeda partió en este viaje a expandir los ideales de paz y felicidad ofrecidos por la filosofía budista. A partir de ese momento, con sus propias manos abrió el camino de aquel anhelo de su mentor, propagando esperanza y convicción a los distintos pueblos del orbe. Consagró su existencia a la promesa de victoria realizada entre maestro y discípulo, y cada 2 de octubre los integrantes de la Soka Gakkai celebramos este importante punto de partida reafirmando nuestra decisión de impulsar, a partir de la propia revolución humana, una gesta de intachables triunfos que acerquen al mundo al sueño de la genuina paz.

El maestro Ikeda lo narra de la siguiente manera: «El 2 de octubre de 1960, partí del Aeropuerto Haneda de Tokio en vuelo a Hawái. Hacía dos años y medio que había fallecido mi maestro, Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, quien me había exhortado a cumplir mi misión en el escenario del mundo. Era, a su vez, el segundo día del mes, en que conmemoramos el fallecimiento del maestro Toda (acaecido el 2 de abril de 1958).

El maestro Toda inició una lucha por transformar el trágico destino de la humanidad. Proclamó su determinación de erradicar el sufrimiento de la faz de la tierra, y abogó por la eliminación de las armas nucleares, que ponían en peligro la mismísima supervivencia de la humanidad. Yo, su discípulo, fui el único que hizo realidad su deseo. 

Cuando emprendí mi gesta por el kosen-rufu mundial, lo hice con la determinación interior de poner fin a las guerras y crear un siglo de paz. Estaba convencido de que la única forma de lograrlo era transmitirles a los demás las enseñanzas de Nichiren Daishonin —un budismo que afirma y dignifica la vida—, y desarrollar nuestro movimiento en el escenario global. Con una foto del maestro Toda en el bolsillo del pecho de mi chaqueta, me lancé a cumplir mi misión, en compañía de mi mentor». [1] 

Estos inmensos esfuerzos, sostenidos durante toda una existencia, no fueron fáciles. «Cada día fue una lucha tremendamente intensa, a todo o nada», expresa. «En cada lugar, hablé sinceramente con un sinfín de personas, ayudando a la gente a crear una relación con el budismo y sembrando las semillas de la felicidad y la paz». [2]

Luego de realizar una gira por Estados Unidos, en aquel viaje también se dirigió a Brasil. Por primera vez, el maestro Ikeda pisó suelo Latinoamericano el 18 de octubre, y en la madrugada del 19 su avión finalmente llegó a su destino, San Pablo. Sin embargo, su estado de salud era tan frágil, que los acompañantes de su comitiva habían intentado con insistencia persuadirlo de que realizara el viaje. En ese momento, el maestro Ikeda recordó el 19 de noviembre de 1957, unos cinco meses antes del fallecimiento de Josei Toda. Sorprendido por una grave enfermedad, ese día Toda había caído en cama. Su fortaleza física estaba más débil que nunca, y su delgadez era tal que el joven Ikeda estaba extremadamente preocupado. Consciente de que se arriesgaría a una estricta reprimenda, pero temiendo por la vida de su maestro, se había arrodillado ante la cama en la que Toda reposaba y le había suplicado que cancelara el viaje a Hiroshima que estaba a punto de realizar. Toda le había respondido: «¿Cómo esperas que no vaya? Tengo que hacerlo. Como emisario del Buda, no puedo volverle la espalda a algo una vez que he decidido realizarlo. ¡Iré, aunque ello me mate! ¿No puedes ver que este es el real significado de la fe? ¿Qué ocurre contigo?». [3] Ante aquel recuerdo, el maestro Ikeda reflexionó que aquella era la manera en que debe vivir un líder del kosen-rufu, tal como Toda había mostrado con su propio ejemplo. Por eso, cuando le insistieron en que abandonara la idea de dirigirse a Brasil, rechazó tajantemente el pedido.

«Voy a ir», había sido su respuesta. «Hay miembros que me esperan. Rehúso absolutamente cancelar mis planes, cuando todos me están aguardando. ¿Acaso el maestro Toda retrocedió alguna vez en medio de una campaña o de una batalla? Yo soy su discípulo. Iré. Definitivamente, iré. Si me derrumbo, ¡entonces, que así sea!». [4] A pesar de la seriedad de su enfermedad, con una sonrisa y una mirada ardiente determinación, exclamó: «¡Vamos, vamos, hacia el confín del océano! En nombre del maestro Toda». [5]

A lo largo del primer volumen de su novela La nueva revolución humana, en la cual se narran las hazañas de sus viajes por el mundo, el maestro Ikeda cuenta sobre aquel 2 de octubre y los sucesos acontecidos en ese primer viaje a ultramar. Al final, se lee «Albergaba sueños infinitos para el kosen-rufu mundial. Sabía que, para hacer realidad su visión, tenía que verter todo su espíritu y corazón en construir organizaciones locales sólidas. Shin’ichi [pseudónimo del maestro Ikeda] tenía solo treinta y dos años; era todavía joven. Pero la vida parecía demasiado corta, cuando pensaba en todo lo que tenía que lograr durante el limitado lapso de una existencia. Su primer viaje a ultramar estaba terminando, pero para él aquello solo marcaba el comienzo de una jornada interminable por la paz». [6]

CITAS

1 IKEDA, Daisaku: Resplandor del siglo de la humanidad: El camino hacia la paz para todos los seres humanos, publicado el 3 de octubre de 2009 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

2 IKEDA, Daisaku: NUESTRA MARCHA HACIA LA NUEVA ERA: Avanzar con el «corazón de un león rey», publicado el 2 de octubre de 2017 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

3 IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Buenos Aires: Azul índigo, 2019, vol. 1, pág. 196.

4 Ib. pág. 198.

5 Ib.

6 Ib., pág. 252.

© Humanismo Soka - 2024

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