Héroes sin corona de fortaleza ilimitada

El maestro Ikeda expresó: «Quienes entregan el Seikyo reparten esperanza. Reparten coraje y sabiduría. Reparten cultura y paz. No puede haber duda de que las personas que entregan esperanza también recibirán esperanza a cambio. Distribuyen semillas de felicidad, y por eso un gigantesco árbol de dicha también crecerá en lo profundo de su vida». [1]

Con cada esfuerzo realizado por estos grandiosos protagonistas del Humanismo Soka, están avanzando por la montaña del kosen-rufu, decididos a alcanzar la cumbre triunfal. Acumulando incalculables tesoros del corazón en bien de sus comunidades, abren a paso firme una senda para la felicidad de todo el género humano.

Sin detenerse frente a los obstáculos que se presentan, entablan junto a sus compañeros de fe lazos invalorables de apoyo y aliento mutuo. Cuanto más escarpado es el camino, más se animan unos a otros, desplegando una invencible fuerza vital, y convirtiendo cualquier veneno en medicina. Así es la asombrosa solidaridad de nuestro movimiento de la Soka.

A lo largo de todo el país, mensajeros, mensajeras, y colaboradores voluntarios llevan adelante esta noble tarea de ir al encuentro de cada persona, con el corazón sincero de impartir esperanza y alegría en la vida de cada lector de la revista Humanismo Soka. El maestro Ikeda elogió la sincera dedicación en la sombra de los mensajeros de las publicaciones de la Soka Gakkai, llamándolos «Héroes sin corona».

De parte de Humanismo Soka, queremos agradecerles inmensamente a cada uno de los «héroes sin corona» de cada barrio y localidad, por su constante aliento. Ustedes son quienes más distancias recorren con el fin de impartir esperanza y valentía a todas las personas a su alrededor. ¡Por sus grandiosos esfuerzos, muchísimas gracias!

El maestro Ikeda escribió:

Nuestros amigos sin corona

corren, en invierno,

por las calles 

frías y oscuras, 

con devoción imperturbable,

sudando de cansancio

pero irradiando la satisfacción

de haber impartido coraje

a una casa más.

Nos esforzamos con espíritu triunfal

escalando montañas,

atravesando valles

y surcando ríos,

con la espléndida actitud

de la consagración altruista 

para edificar

una centuria nueva,

siempre orando por erradicar

la superstición y las fuerzas malvadas,

siempre entonando melodías celestiales

y escuchando celestiales melodías.

En silencio,

redoblamos nuestro esfuerzo

para diseminar la conciencia

de esta eterna Ley;

nadie podrá quitarnos jamás

la gloria brillante que nos pertenece.

¡Amigos míos!

Triunfen con orgullo

y regresen siempre

al palacio de su verdadera identidad.

¡Cada vez con mayor buena fortuna

y acumulando nuevas victorias!

¡Amigos míos,

no se permitan la derrota!

¡Jamás olviden

que poseen una importante misión,

y que sólo ustedes pueden cumplirla!

¡Una misión que han jurado concretar

infinidad de veces!

¡Su paciencia,

su entereza,

su determinación,

su lucha...!

Estas han de ser sus prerrogativas.

Sin duda,

ante ustedes se desplegará

una historia,

un don prodigioso

fruto de sus victorias,

desde los cielos,

desde la tierra,

y desde el futuro.

¡Ah, héroes desconocidos!

¡Pero qué título tan noble el de ustedes!

La eternidad significa

«sin comienzo y sin fin».

El suyo es un nombre 

que ha conquistado, con orgullo,

infinitos e ilimitados tesoros.

La vida es eterna.

Los que poseen esperanza sin límite

y una vida dotada

de supremo sentido,

del sentido más noble, profundo y sin par,

son personas de luminosidad deslumbrante,

de fortaleza sobrecogedora

y de verdad.

No andamos por la vida

luciendo coronas

que denoten realeza o celebridad.

¡Pero nuestras coronas invisibles...!

¡A diferencia de las otras,

que son conferidas,

las nuestras son naturales,

y las llevaremos con nosotros,

junto con nuestra condición humana, 

por toda la eternidad!

Las sutiles funciones de nuestra mente

a cada instante de la vida 

generan diferencias incalculables.

Para mí,

las personas más dignas de respeto

son aquellas que portan la corona

de su propio y magno espíritu.

Amigos míos, 

su reputación anónima,

nacida de un avance

intrépido e ininterrumpido,

aun en horas de profunda congoja 

sin falta se convertirá

en alabanzas inmortales

que resonarán a lo ancho y a lo largo

como salvas de estruendo distante.

No importa si los demás

se dan cuenta o no:

su existencia es mucho más valiosa

y satisfactoria

que la de los poderosos y encumbrados,

quienes, en realidad,

sólo contemplan la ruina de su desolación.

¡Vamos, amigos!

¡Con espíritu de desafío

aprovechen al máximo una juventud

de construcción heroica,

jornada tras jornada!

Tal vez les asesten

golpes dolorosos,

tal vez su lucha sea realmente ardua,

pero jamás olviden

que, pese a todo,

la victoria final

será de ustedes. 

Los que han librado

las batallas más extremas

tienen la certeza de poseer

la filosofía de vida

más satisfactoria

y positiva.

Sin ninguna duda,

ante ellos se abrirá

una gigantesca esperanza,

en forma clara y abierta,

que aumentará a cada paso.[2]

CITAS:

[1] IKEDA, Daisaku: ENCUENTROS EXTRAORDINARIOS. Artículo publicado el 14 de enero de 2001 en  el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

[2] IKEDA, Daisaku: En alabanza a nuestros héroes sin corona, los repartidores del Seikyo Shimbun, publicado el 11 de julio de 2002 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.