Humanismo Soka
Todos ustedes son valientes Bodisatvas de la Tierra que han decidido, místicamente, aparecer en esta época, en el siglo xxi, para hacer realidad el kosen-rufu. Desde la perspectiva del budismo, esto se debe al propio juramento que cada uno de ustedes ha formulado. Cada uno de ustedes posee una importante misión.
¡Qué felicidad representa para los miembros de los departamentos de adultos ver a nuestros brillantes jóvenes trabajar con tanta seriedad en bien del kosen-rufu! ¡Jóvenes, no vacilen! ¡Logren grandes cosas sin ninguna limitación, en total libertad! El futuro de nuestro movimiento está en sus manos…
El concepto de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» es un principio medular dentro del budismo de Nichiren Daishonin. Como observó Nichikan Shonin (1665-1726), un gran restaurador del budismo del Daishonin: «Se dice que todas las enseñanzas expuestas por el Daishonin durante su vida empiezan y terminan con el tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra».[1] No es exagerado decir que si se olvidara la lucha enfocada en los objetivos de dicha tesis, el budismo del Daishonin dejaría de existir.
Creo que estamos viviendo en una época en la cual esta enseñanza adquiere mucha mayor relevancia aún. Es un concepto indispensable para lograr la paz mundial, el anhelo siempre vigente en el corazón de la humanidad.
En todo el mundo se están produciendo graves desastres naturales. La crisis económica mundial no se resuelve, y la población vive sumida en la incertidumbre. Cada vez más personas buscan una sólida base espiritual y filosófica. «Establecer la enseñanza correcta» significa enunciar lo correcto e izar las banderas de la verdad y la justicia. Significa adoptar como base el sincero respeto a la dignidad de la vida. «Establecer la enseñanza correcta», en sentido profundo, se reduce a que los jóvenes como ustedes, que practican una filosofía de genuino humanismo y que esgrimen principios sólidos, se pongan de pie con valentía y actúen en la sociedad.
La «paz en la tierra» no es preservar un sistema social o régimen político determinado. Antes bien, significa asegurar la felicidad de las personas y sus condiciones de paz y de seguridad dondequiera que vivan. Debemos establecer la enseñanza correcta para la paz de la tierra en nombre de la humanidad, del pueblo y, especialmente, de los jóvenes. Es bien sabido que el ideograma chino que usó el Daishonin para escribir «tierra», en este tratado, consta del carácter «pueblo» encerrado en un reborde cuadrado. Define entonces la «tierra» como el lugar donde vive la gente.
Lo que cuenta son las personas. Ellas son el cimiento. Necesitamos construir una sociedad en la cual las personas puedan gozar de una vida pacífica y segura. Y, para eso, hay que establecer firmemente el principio de respeto a la dignidad humana y a la vida. Cada vida es infinitamente preciada. No debemos dejar que prevalezca la tendencia a devaluar la vida humana. Antes bien, tenemos que bregar por construir una sociedad que valore la vida y la felicidad de cada ser humano. Esta es la práctica de establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra en el siglo XXI.
El tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra está escrito en forma de diálogo entre un anfitrión y un visitante. El Daishonin escribe allí:
«Debe modificar enseguida los principios que abriga en su corazón y abrazar el único vehículo verdadero, la única buena doctrina [del Sutra del loto]. Si lo hace, los tres mundos se convertirán en tierra de Buda [un mundo de paz y de felicidad], y ¿dónde se ha visto que una tierra de Buda decline? Cada región de las diez direcciones podrá ser un reino de tesoros, y ¿dónde se ha visto que un reino de tesoros sufra daños?» [2]
Aquí se encuentra la fórmula para establecer la enseñanza correcta que nos permita asegurar la paz en la tierra. Si nos interesa la paz y la prosperidad del lugar donde vivimos, tenemos que procurar establecer un sólido pilar de justicia y de bondad en el corazón de la gente. Todo comienza con la transformación interior de los propios seres humanos. Asimismo, debemos construir una sólida fuerza humanística de paz dentro de la sociedad.
Establecer la enseñanza correcta es refutar las ideas que causan daño y sufrimiento. Es una lucha contra aquello que amenaza la dignidad humana.
Mi amigo, el activista argentino de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel, luchó inquebrantablemente contra el brutal régimen militar que gobernó su país (entre 1976 y 1983). Pasó catorce meses en la cárcel y fue torturado con picana eléctrica, pero rehusó ser vencido. Con el paso del tiempo se fue creando una ola de reclamos internacionales, y fue así como este gran prisionero de conciencia pudo recuperar la libertad. En 1980, recibió el Premio Nobel de la Paz, y tres años después se restauró la democracia en la Argentina.
El doctor Pérez Esquivel se opuso a la función diabólica del poder que convierte a los seres humanos en objetos. Su lucha por proteger la dignidad de la vida y proclamar la libertad y la justicia inspiraron a los hombres en todas las latitudes. Él y yo somos camaradas en la lucha por la paz y los derechos humanos, unidos por lazos de profunda confianza.
El fundador y primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, y su discípulo Josei Toda, se pusieron de pie valientemente contra la corriente militarista que comenzaba a dominar el Japón desde comienzos del siglo xx. Estaban convencidos de que había llegado el momento de advertir a las autoridades. En una época así, hablar para establecer la enseñanza correcta pensando en la paz de la tierra significaba poner la propia vida en juego. Tanto el maestro Makiguchi como el maestro Toda fueron encarcelados por sus acciones; la lucha espiritual que libraron tras las rejas es, en verdad, el punto de partida de nuestro movimiento actual y de nuestro esfuerzo por construir la paz basada en las enseñanzas del Daishonin.
Es importante decir lo correcto y ser fieles a nuestras convicciones. Tenemos que transformar la sociedad desde sus bases y asentar firmemente una filosofía de paz y de derechos humanos en el corazón de cada individuo. En la lucha por establecer la enseñanza correcta para la paz en la tierra, el camino hacia la victoria es construir una sólida fuerza de jóvenes dedicados a esta causa.
(Traducción del artículo publicado el 29 de abril de 2010 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.)
CITAS
[1] NICHIKAN SHONIN: Rissho Ankoku Ron Guki (Comentario acerca de “Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra”).
[2] Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 26.