Humanismo Soka
Una pregunta que atraviesa el tiempo
En 1972, Daisaku Ikeda viajó a Londres para encontrarse con el historiador británico Arnold J. Toynbee. En aquel diálogo, publicado más tarde bajo el título Elige la vida, surgió una pregunta que marcaría para siempre el pensamiento literario de Ikeda: «¿Qué puede hacer la literatura por los hambrientos?» [1]
Esa pregunta había sido formulada años antes por el filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre, quien vivió las heridas de la guerra y el peso de la posguerra. Sartre reflexionó sobre el rol del escritor en una sociedad marcada por la injusticia. Para este pensador, escribir no era un gesto decorativo, sino un acto que debía revelar el mundo y despertar la conciencia. Su respuesta, finalmente, fue que la literatura no puede alimentar literalmente a los pobres, pero puede ayudar a comprender su sufrimiento y a sentirnos responsables de él.

Uno de los encuentros entre Toynbee e Ikeda. Saliendo del departamento de Toynbee, donde comenzaron sus diálogos por la paz, en Londres, mayo de 1992.
En su respuesta a Toynbee, Ikeda no niega la lucidez de Sartre, pero ofrece una visión ampliada: donde el filósofo francés veía límites, Ikeda vislumbra posibilidades. Reflexiona que un escritor debe tener libertad creativa que cobre su sentido más alto cuando nace de una preocupación sincera por el sufrimiento humano. La literatura, dice, no debe limitarse a contemplar el dolor de las personas, sino que debe despertar la fortaleza y la sabiduría que permite transformarlo. Y concluye: «Creo que debemos llegar a una literatura capaz de hacer algo por los que mueren de hambre». [2] Allí donde la desesperanza del siglo XX creyó que la palabra había perdido su fuerza, Ikeda propone una literatura que, al narrar la lucha cotidiana centrada en el ser humano, despierte en cada uno la conciencia de su poder inagotable para crear valor y transformar el sufrimiento en esperanza.
El arte que despierta la dignidad
Toynbee, que había dedicado su vida al estudio de las civilizaciones y sus crisis, reconoció en el maestro Ikeda la voz de una nueva cultura humanista. En su diálogo, evoca a León Tolstói y a otros artistas que buscaron reconciliar la belleza con la responsabilidad social. Ikeda lo escucha con atención y responde que el arte no es una obligación moral ni un mero pasatiempo, sino la expresión más profunda de la vida cuando se eleva hacia la compasión. Y expresa: «Yo espero que surja una literatura capaz de dar coraje a la humanidad en esta época». [3]
Así, la literatura se convierte en una fuerza que impulsa a las personas a mirar dentro de sí mismas y a descubrir que en ese espacio interior late la fuente de toda transformación. En numerosas ocasiones, el maestro Ikeda define el kosen-rufu —el logro de la paz mundial— como una «contienda de palabras». En esa gran contienda, su propuesta es la de una literatura que no se repliega en la pura estética, sino que, al profundizar en ella, se abre al movimiento de la vida y hace florecer la dignidad en cada ser humano.
La literatura y la revolución humana
Esa visión encontró su expresión más plena en su novela La nueva revolución humana. Durante más de dos décadas, el maestro Ikeda escribió esta monumental obra de treinta volúmenes con un único propósito: mostrar que «la gran revolución humana de un solo individuo puede cambiar el destino de una nación y, más aún, el de toda la humanidad». [4]
El protagonista, Shin’ichi Yamamoto —pseudónimo de Ikeda—, encarna la vida de un discípulo que hereda la misión de su mentor, Josei Toda, y consagra su existencia a difundir la paz y el respeto por la dignidad de la vida. «Mi mentor se esforzaba intensamente por escuchar los tenues lamentos de las masas silenciosas del mundo que sufren interminablemente… Quiero librar al mundo de la desgracia» [5], escribe Ikeda recordando a Toda.

Ikeda comenzó a escribir La nueva revolución humana el 6 de agosto de 1993 y la completó el 6 de agosto de 2018.
El maestro Ikeda no concebía la literatura como un simple consuelo para quienes sufren. Su propósito era más profundo: despertar en cada ser humano el potencial ilimitado que le permite dar respuestas concretas a los sufrimientos de las personas. Su literatura apunta al corazón, pero también convoca a la acción: leerlo es, en sí mismo, un llamado a ponerse de pie.
Al cerrar los treinta volúmenes de La nueva revolución humana, Ikeda escribe:
«Todos tenemos derecho a ser felices. Somos los protagonistas estelares de una saga gloriosa que transcurre en el gran escenario de la vida». [6]
Hoy podemos preguntarnos: ¿cómo continuar esa tarea? ¿Cómo hacer realidad su visión en nuestra propia existencia? La nueva revolución humana nos invita a escribir —con nuestros actos, palabras y pensamientos— nuestra propia revolución humana, inspirados por su ejemplo.
Esa saga épica continúa en nosotros. La pluma que Ikeda sostuvo con incansable esperanza puede hoy multiplicarse en miles de manos y en miles de acciones. Y, así, cada lector se convierte también en escritor de una nueva era: heredero de una palabra que no se extingue, la palabra que hace brillar la dignidad de la vida.
CITAS
[1] IKEDA, Daisaku y TOYNBEE, Arnold J.: Elige la vida, Buenos Aires: Azul Índigo, 2019, pág. 96.
[2] Ib., pág. 103.
[3] Ib.
[4] IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Buenos Aires: Azul índigo, 2018, vol. 1, pág. 9.
[5] IKEDA, Daisaku: El Seikyo Shimbun publicará, en forma serial, La nueva revolución humana, prólogo a la publicación seriada publicada en 1993 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.
[6] IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Buenos Aires: Azul índigo, 2019, vol. 30 parte 2, pág. 229-230.









