Humanismo Soka
La nueva serie argentina El eternauta, que adapta la reconocida historieta escrita por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, está teniendo un gran éxito a nivel mundial, hasta la otra punta del planeta: en China, la serie se tradujo como «El navegante eterno», e incluso en Japón está generando un fenómeno inesperado: el reconocido diseñador de videojuegos Hideo Kojima elogió la serie en redes sociales, e incluso se dice que los usuarios japoneses se interesaron tanto por el juego de cartas del «truco», que actualmente se está poniendo de moda. En Argentina predomina en la conversación el gran orgullo de ver una serie de ciencia ficción de alto nivel realizada dentro del país.
Oesterheld, autor del cómic, creó esta historia en 1957, y la publicó semanalmente hasta 1959. Luego de diez años, Oesterheld realizó una versión mejorada de El eternauta, ahora influenciada por el contexto socio-político argentino previo a la dictadura cívico-militar de 1976. Por oponerse a esta dictadura, Oesterheld y sus cuatro hijas fueron secuestrados y actualmente se consideran desaparecidos.

Por el compromiso político de su autor, El Eternauta se convirtió en un clásico de la cultura argentina. Esta vez, se despliega en pantallas bajo la dirección de Bruno Stagnaro. Stagnaro comenzó su carrera como guionista y director en 1995, con su cortometraje Guarisove, los olvidados, que cuenta la historia de dos grupos de soldados de Malvinas que ignoran que la guerra ya concluyó. Ellos logran conectar su radio para escuchar el superclásico de River-Boca desde la trinchera, mientras sucede un tiroteo. El director también realizó películas y series reconocidas, entre ellas la aclamada miniserie Okupas (2000). El tono irónico que busca sacar una sonrisa del espectador mientras se sumerge dentro de la realidad más cruda atraviesa su filmografía. Los guiños de un orgullo de la cultura argentina se funden con la denuncia de las dificultades que este pueblo tiene que atravesar día a día. Pero, a su vez, muestra cómo los enfrenta con humor y el pecho erguido. En coherencia con esta mirada crítica y comprometida, en esta oportunidad Stagnaro trabajó por primera vez con el aclamado actor Ricardo Darín, quien protagoniza El Eternauta con el papel de Juan Salvo.
En síntesis (y sin spoilers), la serie retrata la llegada de un apocalipsis al mundo: un grupo de amigos juega a las cartas cuando, repentinamente, se va la luz y una extraña nieve tóxica comienza a caer desde el cielo. Las preguntas cada vez son más intrigantes, y la historia abre un abanico de posibilidades propio de la ciencia ficción que, con la tecnología actual, se supo adaptar de maneras sorprendentes. Cuando le preguntaron a Darín en una entrevista realizada al medio de noticias Infobae la razón por la que se tardó tanto en adaptar este clásico a la pantalla, lo relacionó con este tema. Expresó: «Creo que el nivel de exigencia que tenía era brutal. [...] Detrás de El Eternauta tenía que haber entusiasmo y la visión de verla hecho realidad. Y la decisión de correr riesgos»[1]. Además, agregó que se trató con mucha prudencia la adaptación realizada a la sociedad argentina de esta década. «Así que todo lo han planteado con mucha inteligencia, entre lo íntimo y lo espectacular, entre la acción y la parte más humana, entre lo inesperado y lo desconocido y cómo se reacciona ante eso», afirmó el actor. Ver esta gran adaptación llevada a lo actual en las conocidas calles de Buenos Aires, con personajes que hablan de maneras cercanas y con costumbres nacionales, llena de entusiasmo al público argentino.
En la reseña realizada para el New York Times, el crítico Mike Hale resaltó: «A medida que los supervivientes se aventuran a salir y regresar, las imágenes oscilan entre la claustrofobia nerviosa y la desolación espeluznante y abierta; entre lo excesivamente familiar y lo radicalmente extraño»[2]. Una Buenos Aires desolada ante un enemigo desconocido despierta toda clase de tensiones entre los que quedaron, los sobrevivientes: un tironeo entre el buscar salvarse solo y la comprensión de que la única salida verdadera reside en la solidaridad y la ayuda mutua.
La idea de avanzar no solo por uno mismo sino también para ayudar a los demás está presente en toda la historia. Parece decirnos que la fuerza para triunfar nace de un corazón valiente, dispuesto a luchar por el bienestar de los semejantes. La maldad es una amenaza concreta que acecha a toda la sociedad, pero la humanidad deberá aprender a no dejarse llevar por deseos egoístas en su búsqueda de vencer el apocalipsis.
Incluso en la realización de la película, distintos profesionales de las diferentes áreas que integraron la enorme producción, resaltaron lo clave que fue trabajar en equipo para lograr el resultado buscado.
La solidaridad, cualidad humana inherente a todas las personas, se manifiesta en esa fuerza capaz de cultivar empatía por el sufrimiento de los demás, e incluso es capaz de trascender las barreras de las diferencias y abarcar a quienes se encuentran más allá de nuestro ambiente inmediato. El budismo exalta esta condición que reside en el interior del ser humano como una de las más importantes. El maestro Daisaku Ikeda resaltó la solidaridad, junto con la sabiduría y la valentía como las características más importantes de un «ciudadano del mundo». Y expresó: «Dentro de su marco conceptual, la sabiduría y la solidaridad se encuentran íntimamente ligadas y se fortalecen una a la otra. En el budismo, el amor solidario no implica una supresión forzada de nuestras emociones naturales, ni negar nuestros gustos y rechazos. Por el contrario, significa comprender que aun aquello que nos desagrada tiene cualidades que pueden contribuir a nuestra vida y representa una oportunidad de desarrollar nuestro humanismo. Por otro lado, el deseo solidario de contribuir al bienestar de los demás hace surgir una sabiduría ilimitada. Según el budismo, tanto el bien como el mal existen en cada ser humano como potenciales innatos. La solidaridad consiste en el esfuerzo valeroso y sostenido de ir en busca del bien en cada semejante, sea quien fuere, sea cual fuere su conducta; significa empeñarse, mediante un compromiso continuo, en cultivar las cualidades positivas de uno mismo y de los demás».[3] En sus Propuestas de paz, enviadas a las Naciones Unidas desde 1983 al 2022, el maestro Ikeda enfatizó la importancia de actuar de manera conjunta y constructiva, en vez de, simplemente, limitarnos a comunicar un sentido de crisis común. En La construcción de una era de solidaridad humana: Hacia un futuro para todos (Propuesta de paz del 2020), afirma: «si nos centramos solo en las amenazas, nos arriesgamos a cosechar la indiferencia de quienes no se consideran directamente afectados o la impotencia de quienes, aun reconociendo la gravedad del peligro, se sienten atados de pies y manos. Por lo tanto, debemos enunciar una clara visión común que potencie nuestra fuerza solidaria»[4].
El Eternauta, cuya segunda temporada ya fue confirmada, despierta las imaginaciones y cuestiona lo establecido, llevándonos a preguntarnos: ¿es necesario esperar el apocalipsis para transformar la forma en que vivimos?
CITAS
[2] Véase: https://www.nytimes.com/es/2025/05/02/espanol/cultura/eternauta-resena-netflix.html
[3] IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz, Buenos Aires: Azul índigo, 2022, vol. 3, pág. 89.
[4] IKEDA, Daisaku: La construcción de una era de solidaridad humana: Hacia un futuro para todos (Propuesta de paz del 2020), véase https://www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/props/2020-peace-proposal.html