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«El Mensú» ¡Una promesa de esperanza! | Ramón Ayala y el folklore de la «tierra colorada»

«El Mensú» ¡Una promesa de esperanza! | Ramón Ayala y el folklore de la «tierra colorada»

«El Mensú» ¡Una promesa de esperanza! | Ramón Ayala y el folklore de la «tierra colorada»

Humanismo Soka

jueves, 24 de julio de 2025

jueves, 24 de julio de 2025

Los llamados «mensú» fueron trabajadores rurales de la selva, encargados del cultivo y cosecha de la yerba mate. Reconocidos por su esfuerzo extremo, vivían en duras condiciones, llegando a ser perseguidos por grandes terratenientes. Varios artistas retrataron su realidad para dar visibilidad a esta lucha anónima y oculta a la mayoría de las personas. Uno de los más destacados fue Ramón Ayala.

Los llamados «mensú» fueron trabajadores rurales de la selva, encargados del cultivo y cosecha de la yerba mate. Reconocidos por su esfuerzo extremo, vivían en duras condiciones, llegando a ser perseguidos por grandes terratenientes. Varios artistas retrataron su realidad para dar visibilidad a esta lucha anónima y oculta a la mayoría de las personas. Uno de los más destacados fue Ramón Ayala.

Los llamados «mensú» fueron trabajadores rurales de la selva, encargados del cultivo y cosecha de la yerba mate. Reconocidos por su esfuerzo extremo, vivían en duras condiciones, llegando a ser perseguidos por grandes terratenientes. Varios artistas retrataron su realidad para dar visibilidad a esta lucha anónima y oculta a la mayoría de las personas. Uno de los más destacados fue Ramón Ayala.

Uno de los rasgos más emblemáticos del folklore argentino es su gran diversidad, que resalta la identidad y características de cada región del país. En el Noreste Argentino (NEA), ritmos como el chamamé y el rasguido doble se nutren de raíces guaraníes, influencias paraguayas y la impronta de su característica tierra roja. En este vasto territorio surgieron artistas que dieron voz a realidades propias y, en particular, al pueblo “mensú”. ¿Quienes eran ellos?

Ramón Ayala, el cantor de la tierra colorada
Nacido en Garupá, Misiones, Ramón Ayala (1927-2023) fue músico, y también poeta, pintor y humanista. De muy chico perdió a su padre, y tuvo que cambiar de hogar y ciudad en varias ocasiones junto con su madre y cuatro hermanos. A sus catorce años, comenzó a sumergirse en las canciones regionales guaraníes. El mundo de la música fascinó al joven, que encontró en la guitarra y la poesía una nueva forma de expresión de los más íntimos sentimientos en sus diarias realidades.

Con el tiempo, fue apodado «el Mensú», debido a su emblemática canción que lleva el mismo nombre, y al estilo propio que desarrolló: el gualambao. Este ritmo, pensado para representar su provincia de Misiones, exaltó la identidad de su pueblo y rindió homenaje a los trabajadores comunes que enfrentan toda clase de adversidades.

El arte como espejo del pueblo y motor de cambio
El folklore, como otras manifestaciones populares, es un grito de lucha que da voz a la gente común. Ramón Ayala no componía para lucirse, sino para despertar conciencia y esperanza. Su obra es una celebración de la vida de su pueblo. Su música abraza y festeja la resistencia y el aliento frente a la adversidad que atraviesan las personas.

En una de las estrofas de la canción El Mensú escuchamos:

«Noche mala que camina hacia el alba de la esperanza;
día bueno que forjarán los hombres de corazón».

Incluso en la noche más oscura, se puede caminar hacia el alba. Incluso en los momentos difíciles, la esperanza posibilita la victoria, y es indispensable para inspirar, alentar y construir un mundo más justo.

Argentina, tierra de esperanza

Ramón Ayala, con su voz característica y sus melodías que transmiten un profundo amor hacia la tierra y la humanidad, entregaba su canto como una ofrenda a los esfuerzos de las personas comunes, a los árboles, los cielos, las montañas y las flores. En Canto al río Uruguay, expresa:


«Por el Uruguay yo me quiero ir, buscando la flor del amanecer.

Allá en el confín, rumbo a San Javier, volver a vivir».


A su vez, refiriéndose a las calles de Posadas, escuchamos en Posadeña linda:

«Y me fui por la bajada vieja, donde un día conocí el amor.

Y crucé por sus calles de tierra con el alma llena de ilusión…

Pero solo me esperaba el río acariciándome el corazón».


También, en su canto a las Cataratas, en su conocida Canción del Yguazú:

«y en el latir del corazón, tu canto de cristal.

Mírame bien, viejo Iguazú. Sé que no sos una postal,

tu despeñada soledad es grito “¡Litoral!”»



También el maestro Daisaku Ikeda evocó las doradas cataratas misioneras, los arcoiris de siete colores y la música colectiva del tango y del folklore en su poema La maravillosa melodía danza en el siglo:

Las cataratas del Iguazú arden en color dorado.
El arco iris nos felicita e invita,
mientras irradia el brillo de sus siete colores.
¡Vamos orquesta de la armonía!
¡Oh, tango! ¡Oh, folklore!

Yo también cantaré la triunfal melodía del pueblo,
acompañando el bello y vívido ritmo que ustedes ejecutan.
Lo haré a viva voz, deseando que vibre hasta el cielo de la Argentina… [1]

Así como nos alienta el maestro Ikeda, como también canta el folklore misionero, ¡usemos nuestras voces para seguir creando un camino de esperanza!



CITAS

[1] IKEDA, Daisaku: La maravillosa melodía danza en el siglo, poema enviado a la Argentina en 1990.



© Humanismo Soka - 2024

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