Humanismo Soka
No siempre es fácil ser fiel a uno mismo en la búsqueda por concretar nuestros sueños… A veces, quizás deseamos ser diferentes, o sentimos que no somos suficiente para concretar nuestras metas. Esto mismo le sucedía a Po, un panda simpático y algo torpe, del llamado «Valle de la Paz». Po guardaba la aspiración de convertirse en un gran maestro de kung fu, pero nadie, ni siquiera él mismo, pensaba que podría lograrlo. Sin embargo, por un inesperado giro del destino, un día, mientras servía fideos en la tienda de su padre, su vida cambió por completo. De una forma algo ridícula y graciosa, fue elegido para ser el Guerrero Dragón, el más fuerte de todos los maestros de kung fu.
Aunque nadie creía en él, Po se consagró a su entrenamiento. Adoptó como maestro a Shifu, quien al comienzo tampoco comprendía cómo un panda podría cumplir tan importante misión. Shifu aprendió de su propio mentor que uno, tal cual es, puede extraer un potencial ilimitado, capaz de lograr grandes cosas en el mundo. El Gran Maestro Oogway, mentor de Shifu, le explica que, así como de una semilla de durazno crecerá un duraznero, no tiene caso intentar que de la misma semilla crezca un cerezo o un ciruelo. «No importa lo que hagas, esa semilla crecerá hasta convertirse en un duraznero. Puedes desear una manzana o una naranja, pero obtendrás un durazno», le dijo. Esto se asemeja al principio de «floración de los árboles de ciruelo, cerezo, duraznero y melocotonero» (obai tori) que enseña el budismo de Nichiren Daishonin, según el cual cada persona, tal cual es, contiene dentro de sí el potencial de la Budeidad para construir una vida dichosa y aportar positivamente en la sociedad. El maestro Ikeda se lo explica a un joven de la siguiente manera: «Un cerezo es un cerezo; un durazno es un durazno. No hace falta que seamos todos cerezos; así como cada árbol frutal es bello y florece con sus propias características, también nosotros debemos avanzar de una manera que nos resulte natural. Lo correcto es que seas tal como eres. Pues tu propia individualidad es digna de respeto. Cuando uno finge ser alguien que no es o adopta una personalidad ficticia, se debilita y rebaja su valor. No obstante esto que digo, hay una diferencia entre «ser como uno es» y «quedarse como uno está». Si te conformas con «quedarte como estás», no podrás crecer ni desarrollarte. Pero si indagas profundamente quién eres de verdad y cuál es tu propósito en la vida, y si te desafías sin descanso, harás florecer tu misión en la vida».[1]
También en la película, vemos este principio plasmado en las palabras que le dirige Shifu a su discípulo Po: «Si solo haces lo que puedes hacer, nunca serás mejor de lo que eres». Shifu decidió hacer de su discípulo el guerrero más fuerte y sabio de toda la China. Busca creativas formas de cautivar la atención de Po, y lo entrena fortaleciendo sus debilidades y haciendo brillar sus virtudes. En algunos momentos, el entrenamiento es severo, y Po siente deseos de abandonar. Pero su decisión de seguir avanzando por el camino que trazó su mentor prevalece sobre todo sentimiento y circunstancia.
Por ser el Guerrero Dragón, cuando Shifu considera que su discípulo está listo para enfrentar a los malvados enemigos, le entrega el secreto milenario del Pergamino del dragón, cuyo contenido ni siquiera él conoce. Po comprende su significado: no hay nada especial, ningún ingrediente secreto, sino que todo está en el interior de cada uno. El secreto es confiar en uno mismo hasta el final.
Gracias a avanzar por el camino de maestro y discípulo, Po es capaz de triunfar en cada contienda, siendo tal cual es.

(Imagen: DreamWorks Animation)
Una vez, cuando integrantes de Mirai Hombu le preguntaron al maestro Ikeda sobre la relación de un maestro con sus discípulos, respondió:
«La relación de maestro y discípulo es el camino primordial en la vida.
En el budismo, aunque ambos son individuos distintos, espiritualmente son inseparables. En esencia, son iguales. A esto se refiere el término inseparabilidad entre maestro y discípulo. En su compromiso espiritual, no hay diferencia entre ellos. En tal sentido, siempre avanzan juntos.
Mi maestro Josei Toda valoraba muchísimo las opiniones de los jóvenes. Escuchaba con atención lo que estos querían decirle y admiraba profundamente su sincero espíritu de búsqueda.
A menudo me preguntaba mi parecer sobre diversos asuntos: “Daisaku, ¿qué piensas de esto? ¿Qué opinas?”
A mí siempre me conmovía pensar que, siendo yo un joven tan común y corriente, él depositara tanta confianza en mí. Yo agradecía a cada instante tener un maestro tan espléndido.
El maestro brinda los principios, y los discípulos los ponen en práctica. Es vital que los discípulos continúen expandiendo los principios del mentor y, mediante sus acciones, los pongan en práctica en escala mayor.
En mi juventud, grabé en mi corazón todo lo que aprendí del señor Toda. Prestaba atención a cada cosa que él decía, incluso a los comentarios que parecían en broma.
Alentando a mis compañeros de fe, me dediqué a hacer realidad todas y cada una de las aspiraciones de mi maestro, tanto en el Japón como en el resto del mundo.
Para mí, todos ustedes son mis discípulos directos y llegarán a ser “más azules que la planta del índigo”.
Por eso, quiero que todos sean personas fuertes y sobresalientes, pase lo que pase, y que se abran camino orgullosamente en el gran escenario del mundo. Como el maestro y el discípulo son inseparables, no tengo duda de que podrán hacerlo.
El eterno mensaje que quiero transmitirles es este: “Nada es imposible para los maestros y discípulos de la Soka. El espíritu de Mirai Hombu es no rendirse jamás. ¡Con toda seguridad, triunfarán!”.
Hay diferentes esfuerzos que pueden llevar a cabo en su vida cotidiana como discípulos. Por ejemplo, perseverar en sus estudios sin dejarse desalentar por las dificultades, ser buenos hijos, crear amistades duraderas, desafiarse en la lectura de buenos libros, estudiar idiomas extranjeros, entrenar su cuerpo y su mente mediante el deporte y otras actividades extracurriculares, y nunca aceptar el acoso o la intimidación en la escuela.
Si se basan en el daimoku y se esfuerzan por llevar a cabo cada tarea que tengan por delante, tarde o temprano lograrán su victoria personal. Esto, con el tiempo, se convertirá en una fortaleza que les permitirá hacer cosas por la felicidad de los demás y, también, en una sabiduría que les hará posible construir la paz mundial.
[Un integrante de Mirai Hombu pregunta al maestro Ikeda: “¿Qué quiere decir que el maestro y el discípulo están firmemente unidos por el daimoku?”].
En este momento (marzo de 2014), está orbitando alrededor de la Tierra la Estación Espacial Internacional, al mando del astronauta japonés Koichi Wakata. Aunque está muy lejos, puede mantener perfecta comunicación con la Tierra mediante ondas de radio. Las poderosas ondas enviadas por el transmisor son captadas por el receptor. Mientras el lado que recibe las ondas no apague el receptor, todo lo que envíe el transmisor será detectado sin falta. Hay una conexión innegable, aunque sea invisible.
Lo mismo sucede entre el corazón y la vida de las personas. Yo hago daimoku por todos ustedes, los miembros de la Mirai Hombu, día tras día, con fe en su firme crecimiento y en su grandiosa victoria.
El daimoku es lo que crea las “ondas vitales” más poderosas posibles, como dice Nichiren Daishonin: “No hay ningún lugar en los mundos de las diez direcciones al cual no llegue el sonido de nuestra voz al entonar el daimoku [Nam-myoho-renge-kyo]”.[2] Con esto en mente, espero que ustedes también hagan daimoku con fe en su propio crecimiento y en su gran triunfo. Esto es hacer daimoku con el corazón del maestro y el discípulo, y es la forma de conectar infaliblemente nuestra vida con la de nuestro mentor. Así que, aunque hoy no se sientan seguros de ustedes mismos, no dejen que esto los preocupe. El sol de la confianza personal asoma, sin falta, en el corazón de las personas que se esfuerzan.
El Daishonin enseña que, si el mentor y el discípulo están espiritualmente unidos, podrán lograr cualquier cosa.
El maestro Toda creía en mí. En respuesta a su confianza, yo me esforcé sin escatimar el más mínimo esfuerzo, diciéndome que para un discípulo del señor Toda nada era imposible. Pude superar la tuberculosis, que en ese momento se consideraba una enfermedad incurable. Ningún obstáculo era suficiente para detenerme, así que, a cualquier lugar adonde iba, yo lograba victorias como discípulo del maestro Toda.
Desde luego, cuando uno es joven suele sentirse inseguro y ansioso. Es posible que, a veces, se sientan frustrados con su propia forma de ser o les cueste creer en ustedes mismos. No se preocupen en absoluto. Pero recuerden que yo siempre creo en ustedes, más que ninguna otra persona. Siempre estoy cuidándolos, velando y orando por ustedes con toda mi alma. Por favor, avancen con alegría, con optimismo, ¡con confianza!
En cualquier lugar o momento, ustedes y yo podemos iniciar un diálogo interior. ¡Enfrentemos juntos todos los problemas, miremos el futuro con esperanza y avancemos unidos hasta triunfar!
Quiero que cada uno de ustedes aproveche su juventud al máximo y viva desbordando triunfos y un jubiloso optimismo. ¡Por favor, sean felices, irradien la alegría de vivir! Este es el corazón de un maestro y es mi deseo para cada uno de ustedes.
Cada paso que den se convertirá en un camino de oro construido por el maestro y los discípulos.
¡Pongámonos en marcha! ¡Recorramos juntos el camino de la victoria!»[3]
CITAS
1 IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz, Buenos Aires: Azul índigo, 2022, vol. 2, pág. 153.
2 De Oko Kikigaki (Disertaciones registradas); no incluido en The Writings of Nichiren Daishonin, vols. 1 y 2. Véase Gosho zenshu, pág. 808.
3 IKEDA, Daisaku: Traducción del artículo publicado en la edición del 1.° de marzo de 2014 del boletín Mirai [Futuro], publicación mensual del Departamento de Estudiantes de Enseñanza Media Básica y Superior de la Soka Gakkai).