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«Gracias a la Vida» | Sobre el sufrimiento y la felicidad: el legado de Violeta Parra desde la perspectiva de los Diez Estados de la vida

«Gracias a la Vida» | Sobre el sufrimiento y la felicidad: el legado de Violeta Parra desde la perspectiva de los Diez Estados de la vida

«Gracias a la Vida» | Sobre el sufrimiento y la felicidad: el legado de Violeta Parra desde la perspectiva de los Diez Estados de la vida

Humanismo Soka

martes, 11 de noviembre de 2025

martes, 11 de noviembre de 2025

«Gracias a la vida» es una de las canciones más emblemáticas de la música latinoamericana, creada por la autora chilena Violeta Parra (1917-1967). Apenas unos meses después de presentarla al mundo, Violeta puso fin a su vida, lo que convierte a esta canción en una obra llena de misterio y profundidad. Con su letra, nos invita a reflexionar profundamente sobre el valor de la vida y la manera en que la percibimos y nos relacionamos con nuestro medio ambiente. A continuación, compartimos la historia de esta artista desde la perspectiva de la doctrina budista de los Diez Estados de la vida.

«Gracias a la vida» es una de las canciones más emblemáticas de la música latinoamericana, creada por la autora chilena Violeta Parra (1917-1967). Apenas unos meses después de presentarla al mundo, Violeta puso fin a su vida, lo que convierte a esta canción en una obra llena de misterio y profundidad. Con su letra, nos invita a reflexionar profundamente sobre el valor de la vida y la manera en que la percibimos y nos relacionamos con nuestro medio ambiente. A continuación, compartimos la historia de esta artista desde la perspectiva de la doctrina budista de los Diez Estados de la vida.

«Gracias a la vida» es una de las canciones más emblemáticas de la música latinoamericana, creada por la autora chilena Violeta Parra (1917-1967). Apenas unos meses después de presentarla al mundo, Violeta puso fin a su vida, lo que convierte a esta canción en una obra llena de misterio y profundidad. Con su letra, nos invita a reflexionar profundamente sobre el valor de la vida y la manera en que la percibimos y nos relacionamos con nuestro medio ambiente. A continuación, compartimos la historia de esta artista desde la perspectiva de la doctrina budista de los Diez Estados de la vida.

Una de las canciones más importantes de Latinoamérica 

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado la risa y me ha dado el llanto

Así yo distingo, dicha de quebranto

Los dos materiales que forman mi canto

Y el canto de ustedes, que es el mismo canto. [1]


Gracias a la vida fue escrita por Violeta Parra en 1966 y se convirtió en uno de los hitos más importantes y representativos de la música latinoamericana. Violeta Parra fue una artista chilena multifacética: cantautora, poeta, investigadora, ceramista, escultora, bordadora, entre otros. A lo largo de su vida enfrentó durísimas dificultades personales y problemas de salud mental, lo que marcó tanto su obra como su vida. La canción es una de sus últimas composiciones, y se convirtió en su legado más importante. Fue interpretada por numerosos artistas, destacando a Mercedes Sosa, quien la cantó alrededor del mundo.



La autora sufrió de una fuerte depresión que la acompañó gran parte de su vida. Tenía un estado de salud delicado, problemas económicos graves, y también vivió el gran dolor de la muerte de una hija.

A pesar de todas estas dificultades, viajó por todo Chile, Latinoamérica y el mundo para dar a conocer la música tradicional chilena, que en ese tiempo era despreciada por las autoridades. Además, avanzó mucho en su carrera como artista visual, llegando a exponer series de óleos y esculturas en el Museo del Louvre en 1964, convirtiéndose en la primera mujer latinoamericana en hacerlo. En su honor, el 4 de octubre se celebra en Chile el Día de la Música y de los Músicos Chilenos.

En sus últimos años de vida, dedicó sus composiciones a exponer sus sentimientos más íntimos, tanto en esta tan importante canción, como en otras que también recorrieron el mundo, como Volver a los 17 o Run Run se fue pa'l Norte. Estas composiciones están en el disco Últimas Composiciones (1966), considerado el mejor disco de la historia de la música popular chilena.


«La brujita», arpillera (pieza textil gruesa) realizada por Violeta Parra entre 1962 y 1963. [Fuente: https://www.museovioletaparra.cl/violeta-parra/obras/arpilleras/]


Sobre el estado de sufrimiento

Es sabido que la triste historia del final de esta artista no es única en el mundo. Vivimos en un mundo lleno de contradicciones y sufrimientos, donde muchas personas se sienten atrapadas y pasan su vida pensando que nunca podrán escapar de ese dolor. El budismo describe que, a cada momento, la vida pasa por distintos estados de vida que se entrelazan constantemente unos con otros. Una de esas condiciones internas de la vida es el estado de Infierno, que representa el sufrimiento más intenso, la sensación de que no hay escapatoria a ese dolor: la misma vida se convierte en un sufrimiento. El estado de Infierno, que proviene del término sánscrito naraka, cuya traducción literal es «prisión subterránea», en japonés se describe con la variante de la palabra naraku, que significa «caer en el abismo».

El maestro Ikeda nos dice: «El estado de Infierno representa una debilidad o un profundo sufrimiento interno que la persona se siente totalmente incapaz de transformar. A veces se dice que el Infierno existe bajo tierra; pero, en verdad, es el estado en que la vida de uno se hunde más y más, arrastrada bajo su propio peso. La persona que sufre, cuyo corazón se agita en un torrente de furia frente a aquello que provoca ese sufrimiento, en realidad no puede reconocer que la causa real de esa agonía existe dentro de su propia vida. Tampoco tiene la fuerza vital necesaria para percibirlo así, de modo que su corazón se llena de furia y de resentimiento hacia los demás. En ciertos casos, además, el individuo dirige su furia hacia mismo, por no saber hallar la forma de mitigar el sufrimiento que lo acorrala». [2]

Muchas personas se aíslan y sufren en soledad, sintiéndose incomprendidas, incapaces de compartir este sufrimiento. Sin embargo, aunque los seres humanos son vulnerables y frágiles, también tienen un potencial ilimitado para hacer surgir desde lo profundo de su vida la fuerza vital para transformar ese estado de vida de sufrimiento, en uno de fortaleza y felicidad. 

Por lo tanto, es imprescindible que reconozcamos que este sufrimiento, más allá de las circunstancias, surge desde nuestro propio estado de vida. El budismo expone que el ser humano tiene la capacidad de elevar este estado interno de la vida. Es decir, también contiene profundamente el que denomina como estado de Buda o Budeidad: de máxima felicidad, en el cual consolidamos una dicha indestructible ante cualquier circunstancia. La lucha por elevar nuestra condición interior –hacer nuestra «revolución humana»– es la clave para manifestar la felicidad en este mundo. Al hacerlo, a su vez abrimos camino a todas las personas que también están pasando por distintos sufrimientos.

El maestro Ikeda también expresó:

«Cuando la Ley Mística [Nam-myoho-renge-kyo] florece en nuestro corazón, nuestra vida resplandece como el Sol, con perfecta calma y compostura, y con fortaleza infinita. Este es el estado de Budeidad. (...)

Lo importante es que venzamos y que lo hagamos siempre, en forma constante. La práctica budista significa no detenerse jamás. Tenemos que cultivar una identidad tan firme que ninguna influencia negativa pueda inclinarla.

Cuando a una persona le sucede una desgracia, piensa que no hay otro ser en la Tierra que esté sufriendo tanto ni que esté pasando por un abismo tan grande de dolor; sumida en la autoconmiseración, cierra los ojos a todo lo que sucede a su alrededor y a todas las demás personas. Pero cuando el ser humano se refugia en su propia congoja y se entrega a la desesperanza y descontento, lo único que consigue es debilitar más y más su fuerza vital.

Siento que, en momentos así, los lazos humanos y el deseo de vivir en bien de los demás pueden dar al ser humano la fortaleza necesaria para remontar las desdichas de la vida. Cuando uno rompe su propio cascarón y sale a actuar en bien de los demás, su vida se renueva con vibrante vitalidad». [3]


Gracias a la vida…

«Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me dio el corazón que agita su marco.

Cuando miro el fruto del cerebro humano,

cuando miro el bueno, tan lejos del malo.

cuando miro el fondo de tus ojos claros». [4]


«Sin título», óleo sobre lienzo realizado por Violeta Parra entre 1962 y 1963. [Fuente: https://www.museovioletaparra.cl/violeta-parra/obras/oleos/]


«Gracias a la vida» tenemos una oportunidad única, invaluable, de ser los dueños de nuestro propio destino. Exactamente como somos, podemos vivir una existencia plena, sin arrepentimientos. Esta forma de vivir, conscientes de que somos los protagonistas de nuestra historia, y que contamos con una misión única que solo nosotros podemos cumplir, nos brinda la posibilidad de valorar cada instante.

En su diario publicado con el título Crónicas de un ideal, Daisaku Ikeda escribió como vivía cotidianamente durante su juventud, compartiendo sus pensamientos en medio de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, en la que había perdido a su hermano mayor. Incluso en medio de la gran crisis económica del Japón, tenía que enfrentar la enfermedad de tuberculosis, por la que los médicos le habían dicho que iba a vivir hasta los 30 años. Es decir, cuando escribió estas palabras se creía que solo viviría diez años más. Así y todo, nunca se dejó vencer, y  junto a su maestro, el segundo presidente de la Soka Gakkai Josei Toda, concretó el avance histórico del kosen-rufu (la construcción de un mundo de paz basado en la revolución humana de los seres humanos, que transforman su existencia por medio de la práctica del budismo de Nichiren Daishonin), como nunca antes se había visto en la historia. Cuando el maestro Ikeda tenía tan solo veintiún años, escribió:


Año 1949

MARTES 31 DE MAYO. Llovizna.

Los jóvenes debemos valorar especialmente la verdad. Hay que tener grandeza para buscar la verdad durante toda la vida.

Hace medio año que estoy trabajando en la empresa del maestro Toda. Son días tempestuosos y cruciales. Lo único que puedo hacer es fortalecerme para enfrentar las dificultades con actitud optimista. Debo avanzar hacia el amanecer sin que mi convicción decline jamás, siempre tras los pasos de mi mentor en esta vida... ¡No! ¡De mi mentor eterno! [5]


VIERNES 2 DE SEPTIEMBRE.

¡Joven! Pon el pecho a las dificultades y avanza.

¡Vive una existencia grandiosa, con fe en la justicia, en bien de tu país y por la felicidad de la gente! No te dejes avasallar por las presiones externas. Que en tu corazón existan nobles ambiciones y que viva la esperanza.

La historia, inexorablemente, demostrará la rectitud de los que esgriman la espada de la justicia. Arremete con bravura y audacia. ¡Para eso eres joven! Crece a cada instante. Nunca te olvides de romper tus límites.

Hoy, debo observar mi postura estrictamente. ¿No me estaré engañando a mí mismo? ¿No estaré actuando mal? ¿Es sincero mi amor compasivo por las personas?

Hasta ahora, mi vida ha sido como un sueño, como una obra teatral... Pero eso ya es historia antigua. Lo que cuenta es el ahora. De hoy en adelante. Mi escenario es el futuro; ese es el cuadrilátero de mi desafío, donde tendré que vencer mis flaquezas. [6]



CITAS

[1] Parra, Violeta: Gracias a la Vida, Últimas composiciones, 1966.

[2] IKEDA, Daisaku: La sabiduría del Sutra del loto: Diálogo sobre la religión en el Siglo XXI, Buenos Aires: Azul índigo, 2023, vol. 3, página 166.

[3] IKEDA, Daisaku: La sabiduría del Sutra del loto: Diálogo sobre la religión en el Siglo XXI, Buenos Aires: Azul índigo, 2023, vol. 3, página 242–251.

[4] Op. cit. 1.

[5] IKEDA, Daisaku: Crónicas de un ideal, Buenos Aires: Azul índigo, 2019, página 19.

[7] IKEDA, Daisaku: Crónicas de un ideal, Buenos Aires: Azul índigo, 2019, página 27.


© Humanismo Soka - 2024

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