Menú

¿Cuál es el camino correcto en la vida? Sobre «los cuatro sufrimientos» | Ensayo del maestro Ikeda

¿Cuál es el camino correcto en la vida? Sobre «los cuatro sufrimientos» | Ensayo del maestro Ikeda

¿Cuál es el camino correcto en la vida? Sobre «los cuatro sufrimientos» | Ensayo del maestro Ikeda

Humanismo Soka

viernes, 18 de julio de 2025

viernes, 18 de julio de 2025

Compartimos un ensayo del maestro Daisaku Ikeda titulado «Una canción de la victoria humana», publicado en agosto del 2014 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

Compartimos un ensayo del maestro Daisaku Ikeda titulado «Una canción de la victoria humana», publicado en agosto del 2014 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

Compartimos un ensayo del maestro Daisaku Ikeda titulado «Una canción de la victoria humana», publicado en agosto del 2014 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

Mantén la fe 

en la suprema enseñanza del budismo Nichiren

y avanza resuelto

por el recto camino 

que te hará triunfar.


Si consideramos la realidad ineludible de las cuatro aflicciones —nacimiento, enfermedad, vejez y muerte—, ¡qué tranquilizador es recorrer el camino de la vida de acuerdo con la gran Ley que impregna el universo y todo cuanto existe!

Hay una miembro pionera del grupo de enfermeras en el Japón a quien mi esposa y yo nunca olvidaremos. En ningún momento dejaba de leer los escritos de Nichiren Daishonin, ni siquiera cuando había caído gravemente enferma. En particular, había un pasaje que siempre llevaba presente en su corazón: 

[M]ientras tengamos vida debemos seguir entonando Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo. Si mantenemos esta práctica hasta el preciso instante de la muerte, Shakyamuni, Muchos Tesoros y los budas de las diez direcciones vendrán hacia nosotros de inmediato [...]. [T]odas las deidades celestiales y benevolentes extenderán un dosel sobre nuestras cabezas y desplegarán, bien altos, sus estandartes. Escoltados por ellos y bajo su protección, llegaremos a la tierra de los tesoros de la Luz Tranquila. [1]

De acuerdo con estas palabras, esta compañera de lucha entonó Nam-myoho-renge-kyo hasta el último momento de su vida. Falleció en paz, habiendo cumplido su misión, de la misma manera en que un espléndido crepúsculo adorna el cielo al término del día. Sus familiares están viviendo de manera noble y meritoria, tras la estela de su legado.

El eminente historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) aseguraba que la única manera de aliviar los sufrimientos de este mundo era a través de abrazar alguna clase de fe religiosa, que se expresara en forma de amor a los semejantes o de acción orientada a su felicidad; algo más allá del propio yo que nos permitiera trascender el egoísmo y el interés personal.[2]

Esto describe perfectamente a cada uno de ustedes, los miembros de la SGI que, con fe en la Ley Mística eterna e indestructible, se esfuerzan por alentar a cada persona que tienen frente a ustedes y se dedican a hacer realidad el gran anhelo del kosen-rufu. 

*

En el Sutra del loto, se describe una magnífica Torre de los Tesoros, que surge de la tierra y simboliza la dignidad monumental de la vida. En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin afirma que los cuatro lados de esa torre representan el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.[3] En otras palabras, nos dice que las Torres de los Tesoros de nuestra vida están adornadas con estos cuatro aspectos de la existencia.

Cuando mantenemos la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo, nuestra vida, portadora de todas las circunstancias del nacer, envejecer, enfermar o morir, exuda la fragancia de las cuatro nobles virtudes, que son la eternidad, la felicidad, la verdadera identidad y la pureza.

Todos somos criaturas mortales. A veces nos enfermamos. Y, a medida que pasan los años, nuestro cuerpo declina y no siempre responde como quisiéramos. Pero nuestra vida, en sí misma, es la torre de tesoros más grandiosa y magnífica que pueda existir. Mientras sigamos haciendo daimoku, siempre podremos, a través de las cuatro estaciones de la vida, transformar todo en las cuatro nobles virtudes, y hacer resplandecer la torre enjoyada de la vida propia y ajena. 

En verdad, el Sutra del loto dice que el Buda también tenía sus aflicciones y enfermedades, aunque probablemente hayan sido pocas.[4] En referencia a este asunto, el maestro Toda dijo una vez a un miembro que sufría una enfermedad: «Todos los seres vivos se enferman. Si el Buda, en su afán de alentar y despertar a todos los seres, jamás hubiese padecido ninguna dolencia, a la gente le habría sido difícil identificarse con él». En otras palabras, un buda experimenta voluntariamente enfermedades y otros problemas, y los supera a todos, para infundir seguridad y animar a las personas.

El poder de la Ley Mística es francamente impresionante. Tenemos infinidad de miembros pioneros que han mostrado esta verdad en el contexto de su vida personal.

*

Hagamos daimoku imbuidos de gratitud a todos los predecesores en la vida, y a los compañeros de fe, familiares, amigos y seres queridos que dedicaron su existencia al kosen-rufu. En el budismo, a esto se le llama «transferir méritos»; como la palabra lo sugiere, se trata de compartir con otros las virtudes y la buena fortuna que hemos acopiado a través de practicar el budismo. Las actividades de la SGI y el gongyo diario que llevamos a cabo son una noble manera de «transferir méritos».

No es fácil recuperarse de la tristeza que ocasiona perder a un ser querido. Pero la vida de los difuntos está ligada a nosotros por medio de la Ley Mística y siempre está junto a nosotros, inseparable en el nivel espiritual. Por ende, cuando oramos, ese daimoku envuelve directamente de beneficios y de buena fortuna a los fallecidos. Cuando avanzamos con luminosa esperanza, podemos iluminar a los que ya no están y alumbrar el camino por delante.

Tanto los vivos como los muertos se regocijan y experimentan juntos la felicidad... Este es el significado esencial de los servicios recordatorios por los fallecidos que hacemos en el budismo Nichiren. 

*

En esta época en que la sociedad japonesa envejece a paso veloz, cada vez más individuos deben ocuparse de cuidar a familiares y parientes de edad avanzada. En muchos casos, el encargado de atender a una persona anciana es también mayor, lo cual genera dificultades especiales. Necesitamos sumar la sabiduría de todos los integrantes de la comunidad y de la sociedad para resolver esta situación compleja.

Un libro de literatura infantil titulado La hermana Sue, de Eleanor H. Porter (1868-1920), describe el enorme desafío de cuidar en la propia casa a un ser querido convaleciente. Sue, la protagonista, pierde a su madre y queda al cuidado de su padre enfermo y de sus hermanos menores. Por tal motivo, debe renunciar a sus sueños personales. Sin embargo, en el transcurso de su esfuerzo, Sue acaba descubriendo que responder a la confianza y a la necesidad de los demás genera una felicidad insospechadamente profunda; así pues, dedica su existencia a asistir a los semejantes.

La labor de cuidar y proteger la vida irradia una lumbre de suprema nobleza. En muchos de sus escritos, Nichiren Daishonin elogia a los que cuidan a familiares enfermos.

Desde el punto de vista de la eternidad de la vida a través del pasado, presente y futuro, tengamos profunda convicción en la ley de causa y efecto, tal como dice el pasaje: «Las virtudes invisibles generan recompensas visibles».[5]

*

Se dice que la época moderna se caracteriza por la negación de la muerte. Pero al ignorar la muerte, en verdad estamos contribuyendo a devaluar la vida y la existencia humana. 

Poco después de haber ingresado en la Soka Gakkai, leí un escrito del Daishonin titulado Sobre la práctica de las enseñanzas del Buda. Me causó una honda impresión. Allí, el Daishonin observa: 

Entonces, el mundo será como lo fue en tiempos de Fu Hsi y de Shen Nung.[6] En su actual existencia, la gente se verá libre de desastres e infortunios, y aprenderá el arte de la longevidad. Comprendan que llegará la época de revelar la verdad de que tanto la persona como la Ley son eternas e imperecederas.[7]

Nichiren Daishonin nos confió el gran ideal del kosen-rufu porque ansiaba ver un mundo sin guerras, una solidaridad entre congéneres que nos permitiera superar los desastres naturales, y una era en que toda la humanidad, superando las aflicciones del nacimiento y la muerte, gozara de vidas largas y felices.

La filosofía budista que procuramos transmitir a nuestros amigos brilla como un sol a la hora de iluminar los sombríos sufrimientos del nacimiento y la muerte. Los lazos de apoyo mutuo que estamos forjando serán los cimientos sobre los cuales se erigirá una sociedad de convivencia armoniosa.

Este año (2014) se conmemora el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Es tiempo de transformar el karma de la humanidad y abrir las puertas a un siglo de paz. 

Los miembros de la SGI estamos desempeñando un papel fundamental, en la medida en que difundimos en todo el mundo una filosofía de respeto a la dignidad de la vida. Avancemos a paso seguro y confiado por este camino correcto en la vida, enfocados en la felicidad propia y ajena. ¡Alentémonos unos a otros brillantemente en cada localidad y avancemos en sólida unión, junto a esta alentadora red de camaradas que envuelve el planeta!


Con la llave

para superar las aflicciones

del nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte,

abramos la puerta a un mundo

de eternidad, felicidad, verdadera felicidad y pureza.



(Traducción del artículo publicado el 14 de agosto de 2014 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai). 




CITAS

[1]  Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 417.

[2]  Toynbee, Arnold J.: Toynbee to Anata no Taiwa (Mi diálogo contigo), Tokio: Mainichi Shimbunsha, 1971, pág. 188.

[3]  Véase The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 90.

[4]  Véase The Lotus Sutra and Its Opening and Closing Sutras (El Sutra del loto y los sutras de inicio y de cierre), trad. por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2009, cap. 15, pág. 214.

[5]  END, pág. 950.

[6]  Fu Hsi y Shen Nung fueron reyes legendarios de la antigua China que gobernaron sociedades ideales. Se afirma que durante los reinados de estos monarcas, la población vivió gozando de paz espiritual, abundaron las cosechas y no hubo desastres. 

[7]  END, pág. 413.

© Humanismo Soka - 2024

© Humanismo Soka - 2024

© Humanismo Soka - 2024