Humanismo Soka
A lo largo de este mes, las miembros del Departamento Femenino y Juvenil Femenino de todo el país, están llevando adelante alegres y renovadores encuentros bajo el lema «Desde hoy hacia el mañana», con la decisión de encontrarse con todas las amigas y compañeras miembros de sus lugares. En ellos están teniendo lugar profundos diálogos de corazón a corazón y el aliento mutuo que se vivencia naturalmente al compartir las experiencias de la fe. En estos inspiradores espacios resplandece la convicción de superar todos los desafíos y la firme decisión de que ninguna compañera se quede atrás.
En tal significativa ocasión, compartimos fragmentos del ensayo «Nuestro brillante camino hacia la victoria: Soles de la felicidad: Las miembros del Departamento Femenino» del maestro Ikeda, donde elogia a las preciadas mujeres de la Soka del mundo.
«¡Brilla! ¡Brilla! ¡Brilla! / ¡Derrama tu calor, sol espléndido!», [1] escribió Walt Whitman (1819-1892). Fue un poeta del pueblo que cantó loas a la humanidad, la vida y el universo. Para mí, estos versos evocan a las compañeras del Departamento Femenino, nobles madres de la Soka que, aquí en la tierra, resplandecen como soles. Ellas irradian luz en sus hogares, en nuestro movimiento por el kosen-rufu y en la sociedad; y con su inmensa capacidad de amar compasivamente, entibian los corazones helados de sus semejantes.
Las madres del kosen-rufu, nuestras miembros del Departamento Femenino, también son afectuosas, fuertes e increíblemente dedicadas.
Nichiren Daishonin otorgó a muchas de sus seguidoras nombres que incluyen el carácter nichi, que significa «sol». Por ejemplo, Nichimyo, Nichinyo, Nichigon, Konichi y Onichi-nyo, entre otras.
Y sus famosas palabras de aliento, «[E]l invierno siempre se convierte en primavera», [2] fueron escritas a una seguidora [la monja laica Myoichi] que enfrentaba muchas dificultades [por ser una madre viuda].
Recuerdo, una vez más, el deseo del Daishonin: que las mujeres que abracen la Ley Mística brillen como soles invencibles de esperanza y creen en su vida una primavera de felicidad y de victoria, sin falta.
Con gran orgullo, elogiemos a las admirables mujeres de la SGI, especialmente a nuestras compañeras del Departamento Femenino, cuya áurea presencia ilumina el mundo con la filosofía positiva del budismo de Nichiren y abre rutas hacia una nueva primavera de paz para todo el género humano.
Con sonrisas radiantes,
brillen hoy una vez más,
conscientes de que son
soles de victoria
que atraen la primavera.
Mi maestro Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, tenía la absoluta convicción de que el kosen-rufu se lograría gracias a las mujeres. El día del cumpleaños del señor Toda (11 de febrero de 1963), tomé la pluma emocionado y escribí ese artículo, pensando profundamente en mi maestro.
En inseparabilidad con mi mentor, exhorté a las compañeras del Departamento Femenino a que siempre brillasen como el sol, a que entonaran daimoku valientemente, por muchas adversidades que se abatieran sobre ellas, y a que avanzaran con sabiduría para lograr la victoria en la vida. En respuesta a esa proclama de hace cincuenta años, las miembros de todo el Japón se pusieron de pie como «pilotos de la felicidad», navegando por el rumbo seguro al frente de sus distritos, cabildos y familias.
A pesar de toda clase de problemas, ya fuesen de salud, económicos o de discordia familiar, ellas se alentaron unas a otras sintiendo claramente que la magnitud de su karma reflejaba la magnitud de su misión, pero también la de los beneficios que, al fin y al cabo, habrían de recibir. Con el afán de elevar su estado de vida «día tras día y mes tras mes», [3] exploraron nuevos horizontes personales y, a la vez, ayudaron a transformar positivamente los lugares donde vivían y actuaban.
Por muchos sufrimientos que enfrenten, las mujeres que practican la Ley Mística tienen el poder de convertir cualquier veneno en un remedio y de ser felices, sin duda alguna.
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El pasado 4 de febrero, se cumplió el centésimo natalicio de la gran Rosa Parks (1913-2005), pionera del movimiento estadounidense por los derechos civiles. La conocí veinte años atrás (el 30 de enero de 1993), en lo que entonces era el campus de la Universidad Soka de Los Ángeles, en Calabasas, California. Recuerdo que, en esa ocasión, celebramos su próximo octogésimo cumpleaños con una tarta que mi esposa había encargado.
La señora Parks, cuyos logros como noble defensora de los derechos humanos brillan en los anales de la historia, fue una mujer de sonrisa modesta, pura y hermosa. Sus palabras y sus acciones, valientes y resueltas a la hora de rechazar la injusta y prolongada discriminación racial, pusieron en marcha los engranajes de la historia.
«Sabía que alguien debía dar el primer paso», [4] «Saber lo que uno debe hacer erradica el miedo». [5] Son palabras inmortales de la señora Parks.
Nada es tan fuerte como una mujer que pone en práctica sus convicciones con firme determinación. No hay quien se le iguale.
El historiador norteamericano Vincent Harding, con quien he tenido el placer de mantener una serie de diálogos, dijo sobre la importante contribución de las mujeres al movimiento de los derechos civiles: «Si las mujeres no hubieran inspirado y alentado a sus semejantes a participar en las marchas, no habríamos tenido ni un solo manifestante». [6] Elogió a esas compañeras por su gran «poder de organización comunitaria» y porque «inspiraron a la gente, la fortalecieron y la guiaron a participar» en esta iniciativa civil. [7] Tal como el doctor Harding destacó varias veces, en el centro de ese movimiento popular que cambió la historia brilla el aliento de las mujeres.
El relumbrante éxito de nuestra labor por el kosen-rufu también se ha debido al empeño incesante de las mujeres. Toda la SGI seguirá logrando victorias a partir de que los miembros se alienten y se apoyen unos a otros cálidamente.
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El mes pasado (enero de 2013), en la reunión de la sede central para líderes de la Soka Gakkai, se anunció el lema de pequeños grupos del Departamento Femenino: «Dialoguemos juntas, aprendamos juntas y seamos, juntas, expertas en el arte de la felicidad».
Estos encuentros reducidos de estudio integrados por mujeres son ámbitos donde las miembros pueden juntarse a dialogar y a aprender sobre el budismo de Nichiren Daishonin en un ambiente más íntimo que las reuniones de bloque o de distrito. En ellos, se refleja la orientación del maestro Toda de que «el kosen-rufu comienza con el diálogo interpersonal, frente a frente».
Como estos encuentros son de pocas personas, cualquier señora puede desempeñar un papel central; todas pueden tomar parte en forma igualitaria; están concebidos para facilitar el encuentro y la participación. Aquí reside la verdadera fortaleza del Departamento Femenino. Estos grupos formados por mujeres motivadas que se apoyan y se alientan mutuamente con actitud cálida, son la fuerza motriz que impulsa el desarrollo del kosen-rufu.
El castillo de la Soka
reside en el corazón puro
de las mujeres dedicadas al kosen-rufu,
que exuda la eterna fragancia
del tesoro de la felicidad.
(Traducción del artículo publicado el 13 de febrero de 2013 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai).
CITAS
[1] Whitman, Walt: De la cuna que se mece eternamente, en Hojas de hierba, Barcelona: Organización Editorial Novaro, S.A., 1978, pág. 369.
[2] Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 561.
[3] END, págs. 1042-1043.
[4] Parks, Rosa, con Gregory J. Reed: Quiet Strength: The Faith, the Hope, and the Heart of a Woman Who Changed a Nation (La fortaleza silenciosa: La fe, la esperanza y el corazón de una mujer que cambió una nación), Grand Rapids, Michigan: Zondervan Publishing House, 1994, pág. 23.
[5] Ib., pág. 17.
[6] Harding, Vincent y Daisaku Ikeda: Kibo no Kyoiku, Heiwa no Koshin (Avanzar hacia la paz educando con esperanza), Tokio: Daisanbunmei-sha, 2013, pág. 363.
[7] Ib., pág. 364.