Humanismo Soka
No se conoce la fecha exacta en que vivió Shakyamuni. [1] Antiguos textos chinos sitúan su muerte alrededor de 949 y 609 a. C. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos contemporáneos creen que falleció entre los siglos cuarto y quinto antes de Cristo. Empero, todavía hoy existen diversas opiniones sobre este tema.
Lo que se sabe es que Shakyamuni nació como príncipe de los Shakyas [pequeña tribu que habitaba un reino al pie de los Himalayas, actual Nepal central]. El nombre de su familia era Gautama. Posteriormente, cuando logró la iluminación, sus seguidores lo llamaron buda Gautama o Shakyamuni, que significa «Sabio de los Shakyas».
Shakyamuni era hijo del rey Shuddhodana y de la reina Maya, soberanos de los Shakyas. Había nacido en los Jardines de Lumbini, [2] cuando su madre se dirigía de Kapilavastu, a la casa de sus padres. Se cree que Maya falleció una semana después. Por esa razón, el niño fue criado por su tía materna, Mahaprajapati. Fue el comienzo tumultuoso de una vida turbulenta.
Según las escrituras budistas y otros textos antiguos, en aquellos días, la India estaba dividida en «dieciséis grandes reinos», de los cuales los más prominentes eran Magadha y Kosala. Todos se disputaban la supremacía. El pequeño estado tribal de los Shakyas no se hallaba entre los dieciséis, pero sus habitantes eran orgullosos, y se llamaban a sí mismos «descendientes del Sol».
Aunque el reino de su padre era pequeño, el príncipe Shakyamuni creció rodeado de lujo y fue educado en las artes civiles y militares. Disponía de un palacio para cada estación del año y de sirvientes con parasoles que acudían presurosos para protegerlo de los quemantes rayos del sol. Durante el período de las lluvias, jóvenes doncellas, bailarinas y músicos lo servían y entretenían para que no tuviera que aventurarse extramuros. Vivía con total comodidad y holgura.
Pero era un joven en extremo sensible que, con el tiempo, comenzó a sufrir una profunda angustia espiritual. Con frecuencia, caminaba alrededor del estanque que adornaba los jardines, inmerso en hondos pensamientos filosóficos.

Se decía: «No importa cuán jóvenes y saludables podamos ser, la vejez, la enfermedad y la muerte llegarán inevitablemente. Es un destino del que nadie puede escapar».
Percibió la vejez, la enfermedad y la muerte en su propia vida y las escudriñó cuidadosamente.
Reflexionaba: «Sin embargo, la gente observa la vejez, la enfermedad y la muerte de los demás con desdén, y hasta se burla. ¿Por qué? Es absurdo, ciertamente no es la actitud correcta hacia la vida».
Esos pensamientos lo perseguían, eliminaban cualquier orgullo y empañaban la alegría de ser joven y saludable. Le impresionaban dolorosamente el prejuicio y la arrogancia que acechaban en el corazón humano. No podía comprender que las personas vieran la vejez, la enfermedad y la muerte como un problema ajeno. Llegó a creer que no existiría verdadera felicidad, si no se resolvían esas cuestiones inevitables, inherentes a la condición humana.
Fue el inicio de una penosa lucha interna.
Se debatía en la incertidumbre: «Como heredero del trono, se supone que seré rey, un líder de la sociedad. Pero, ¿no debería en cambio renunciar al mundo secular y convertirme en un sabio, para poder responder a estas preguntas y forjar, así, un gran camino espiritual para toda la humanidad?».
La tradición budista sostiene que la decisión de Shakyamuni de renunciar a la vida secular estuvo motivada por una serie de incidentes conocidos como «los cuatro encuentros».
Cierto día, se aventuró a salir para dar un paseo, cruzó el portal oriental del palacio y encontró a un anciano; en otra oportunidad, salió por el portal que miraba al sur y vio a una persona enferma; y una tercera vez, al atravesar la puerta occidental, se topó con un cadáver.
Luego, franqueó la entrada septentrional y tropezó con un asceta que pasaba. Este encuentro pulsó en él una cuerda profunda; tomó la decisión de renunciar a su título principesco y lanzarse al mundo en busca de la iluminación.

Probablemente, el relato de «los cuatro encuentros» no es fidedigno, sino una historia adornada en narraciones posteriores. Con todo, en el contenido de las enseñanzas budistas, es evidente que la motivación de Shakyamuni para renunciar a la vida secular estuvo hondamente conectada con su deseo de encontrar el modo de trascender los sufrimientos humanos fundamentales: la vejez, la enfermedad y la muerte.
Shuddhodana sintió que su hijo y heredero estaba pensando en la vida religiosa. Según una fuente, el Rey arregló el matrimonio de Shakyamuni con la hermosa Yashodhara para impedir que aquel abandonara el hogar. La pareja tuvo un hijo, Rahula, quien luego se convertiría en uno de los diez discípulos principales de Shakyamuni y llegaría a ser el «primero en la práctica no conspicua». [3] La mayoría de quienes rodeaban a Shakyamuni creyeron que al casarse y tener un hijo se asentaría. Pero el tormento espiritual del joven príncipe continuó. En verdad, cuanto más pensaba en la responsabilidad de asumir el trono, más se intensificaba su sufrimiento.
Razonó: «Las personas pelean y se matan, tratan de dominar con las armas. Pero incluso el poder militar más temible está condenado a ser destruido algún día por el mismo medio que utilizó para conquistar a otros. Ninguno de nosotros puede escapar de los sufrimientos de la condición humana: la vejez, la enfermedad y la muerte. Seguramente, lo más importante es buscar el modo de liberarnos de ellos».
En vez de vivir en un mundo regido por la pericia militar, buscó el verdadero sendero del humanismo. Así pues, decidió renunciar al esplendor palaciego e iniciar la búsqueda del reino eterno del espíritu.
Cuando Shakyamuni comunicó esto a su padre, el Rey sintió una gran pesadumbre. «Ha ocurrido lo que he temido durante tanto tiempo. Es mi único heredero. ¿Acaso no le he dado siempre lo mejor? ¿Por qué no puede estar satisfecho?» Shuddhodana estaba confundido, pero también estaba enojado. Temblaba de indignación.
De inmediato, tomó medidas para impedir que su hijo se alejara del hogar. Le brindó comodidades y lujos aún mayores y ordenó a los criados que le prodigaran atenciones y entretenimientos. Pero Shakyamuni permaneció firme. Finalmente, el Rey le prohibió poner un pie fuera del palacio.
Pero nada pudo apagar la llama del espíritu de búsqueda. Cierta noche, mientras cabalgaba en su amado corcel en compañía de un fiel asistente, Shakyamuni burló la estrecha vigilancia y abandonó la ciudad de Kapilavastu.
Las fuentes difieren acerca de la edad que tenía en ese entonces; algunas dicen diecinueve, otras, veintinueve.
Atrás quedaban el padre, a quien tanto debía, la amada esposa y el hijo. La separación desgarró el corazón del joven príncipe; pero, en su interior, ardía una llama aún más poderosa, cuya intensidad eclipsó el dolor.
Se dirigió al sur, a través del reino de Koliya, y cruzó el río Anouma. Allí, se quitó todas las prendas y ornamentos que podían identificarlo como príncipe y las entregó a su asistente, junto con las riendas de su caballo favorito. Se cortó el cabello con el filo de su espada, se volvió hacia su acompañante y le dijo: «Ahora, seguiré solo. Por favor, regresa al palacio y dile a mi padre y a mi esposa que no volveré a Kapilavastu hasta que haya logrado el objetivo que me propuse al abandonar la vida secular».

Desde ese momento, viajaría como un mendicante religioso. Al pensar en los rigores que aguardaban al príncipe en su búsqueda solitaria, los ojos del ayudante se llenaron de lágrimas.
Shakyamuni sonrió bondadoso, pero le ordenó con severidad: «¡Ve! Asegúrate de repetir exactamente lo que te he dicho».
Con el corazón dolorido, pero impotente ante las circunstancias, el asistente regresó a Kapilavastu. [5]
Continuará…
(Extraído de La nueva revolución humana volumen 3, capítulo «El buda»).
CITAS
[1] Existen muchas opiniones acerca de cuándo nació y murió el buda Shakyamuni. Sin embargo, la mayoría de los historiadores coinciden en que, probablemente, vivió entre los siglos IV y V a. C. Tal conclusión se basa en antiguas inscripciones que ubican el ascenso del rey Asoka al trono alrededor del 268 a. C. Pero la disputa sobre la fecha de su fallecimiento continúa; los estudiosos no logran establecer si Asoka vivió cien o doscientos años después de la muerte de Shakyamuni. Nichiren Daishonin llamó a la era en la cual él vivió «el comienzo del Ultimo Día de la Ley» y, en cuanto a las fechas de la vida del Buda, usó las registradas en el antiguo texto chino Zhou Shu Yi Ji (Registro de Maravillas en el libro de Zhou).
[2] Jardines de Lumbini: Situados en lo que actualmente es el pueblo de Paderia, al sur de Nepal, cerca de la frontera india. En febrero de 1896, se desenterró allí, en un templo, una columna de piedra del rey Asoka. La inscripción decía que el Rey había visitado los jardines y erigido el pilar para conmemorar el nacimiento del Buda en ese lugar. El descubrimiento probó que Shakyamuni era un personaje real, no una leyenda.
[3] Práctica no conspicua: una forma de práctica en la cual las buenas acciones se realizan en secreto, sin que los demás se den cuenta.
[4] Rajgir: situada a unos cincuenta kilómetros al noreste de Gaya.
[5] IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Buenos Aires: Azul índigo, 2018, pág. 121.