Humanismo Soka
El origen: Celebrando a Dionisio
La historia del origen del teatro se remonta hacia el siglo VI a.C en los cimientos de lo que comúnmente se conoce como la cuna del pensamiento occidental: la antigua Grecia. Festines, carnavales, música y entretenimiento, decoran la pintoresca polis de Atenas durante los primeros brotes de cada primavera, recibiendo el renacimiento del dios Dionisio, quien representa la deidad del vino y la exuberancia.

Dioniso, el joven rebelde del Monte Olimpo, era el antiguo dios griego del vino, la diversión, y el teatro.
En cada una de estas fiestas que duraban aproximadamente cinco días, denominadas «Grandes Dionisias», se realizaban competencias en donde se premiaba a los mejores poetas (director y autor), corega (ciudadano rico que sufragaba los gastos de la obra) y protagonista, tanto en la comedia como en tragedia. Cada uno de los días de las dionisias se escenificaban cuatro o cinco obras.
Estructura de las obras
Las obras dramáticas que se realizaban en la antigua Atenas en un comienzo estaban solamente compuestas por un actor, quien utilizaba varias máscaras de yeso y madera para interpretar distintos personajes. En este contexto, surge el concepto de «hypocrites», que significaba «doble cara», o «quien oculta su verdadera personalidad».
Posteriormente se fue incorporando a las obras un coro, compuesto por un grupo de doce hombres que representaban al pueblo. Este coro encuentra su germen en los «sátiros», quienes eran personas disfrazadas de machos cabríos.
En un principio, las obras tenían un carácter religioso, ya que solamente se interpretaban relatos mitológicos. En este contexto surge el concepto de «tragedia», que estaba compuesto por el vocablo tragos, que significaba «cuernos de cabra», y odas que refiere a «himno».
Si bien para los antiguos griegos las obras teatrales tenían un carácter solemne y solían ser disfrutadas exclusivamente por las clases más privilegiadas de la polis, en el caso de la antigua Roma, en cambio, tendrá un carácter distinto, ya que será algo más accesible al pueblo, con énfasis en la comedia y la sátira, y en donde las clases más altas las observarían con desprecio. En relación a esta cuestión, había una contradicción entre los filósofos griegos, ya que algunos como Platón lo veían como una imitación de la realidad engañosa y corrupta, por lo que resultaba perjudicial ya que promovía las risas a costa de la verdad. Por otro lado, filósofos como Aristóteles veían a la comedia como una forma de crítica social y el humor puede permitir la ridiculización de los defectos humanos. En definitiva, la comedia debía ser utilizada de manera responsable y no deberían promover la inmoralidad y la corrupción.
Así mismo, los teatros, si bien estaban ubicados al aire libre, tenían una acústica hasta el día de hoy considerada sorprendente. Usualmente estaban ubicados en una colina, con un muro de fondo, un escenario, y gradas puestas en forma semicircular para que los espectadores pudieran disfrutar la obra.

Teatro romano de Mérida, creado por la Antigua Roma en la colonia Augusta Emerita, actual Mérida (España), hacia los años, según una fecha inscrita en el propio teatro, 16-15 a. C. El teatro es Patrimonio de la Humanidad desde 1993. (Imagen: Wikipedia https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ancient_Roman_theatre_in_M%C3%A9rida_2023.jpg#Licensing)
El «diálogo» y la evolución del teatro
En aquel contexto, se suele atribuir el origen de los personajes teatrales al director del coro de las Dionisias, Tespis, en el año 534 a. C, cuando el gobernador de Atenas Pisistrato le solicita que genere algo nuevo dentro de las obras desplegadas para provocar un impacto en el público y fomentar una mayor convocatoria a las dionisias.
Así fue que Tespisis, saliendo del conjunto del coro, se separa del mismo e interpela al mismo realizándole preguntas tales como: ¿por qué renace Dionisio?, ¿por qué no ha llovido?, y el coral, al responder, genera por primera vez un diálogo.
Experimentar lo universal: la catarsis como desahogo del espíritu
El teatro griego tiene una función política y educadora muy marcada en los antiguos griegos, ya que representa la conducta de los héroes en situaciones críticas poniendo en manifiesto el destino que pueden correr por determinadas acciones, que los puede llevar al fracaso o la muerte.
Así aparece el concepto de catarsis, que Aristóteles define como la «purificación emocional» que experimenta el espectador al presenciar una tragedia.
Esto ocurre ya que el público logra identificarse con los sentimientos de los personajes, pueden procesar y liberar emociones reprimidas o contenidas.
De esta manera, puede clasificarse la catarsis en tres etapas:
identificación;
piedad y temor; y
liberación.
Este sentimiento de empatizar con el actor en escena y sentir en el propio cuerpo las emociones desplegadas en escena nos permite «dejar fluir» el espíritu y conectar con la humanidad. Así, el teatro nos lleva a experimentar sentimientos universales.
Algo que podemos destacar sobre la catarsis es la intención de quienes componen la obra, quienes se proponían generar algo en el espectador, para que, posteriormente a la obra quede, algo de ésta quede en ellos.
El antropólogo Victor Turner define el concepto de liminalidad, en el cual sugiere que, cuando en un grupo humano se realizan pasajes de transición de un estado a otro, entonces el individuo se aparta del grupo, experimenta su propia transformación, y se reinserta en la sociedad de una manera diferente.
El teatro griego buscaba lo mismo: apartar a los espectadores de la sociedad durante el momento de la obra para que logren una transformación interior a través de la catarsis, para posteriormente volver a reinsertarse en su grupo de una forma renovada.
La creación de valor a través de la catarsis
Entonces, en el teatro vemos la intención de generar algo nuevo en el espectador: permitir el desahogo del espíritu y la liberación de los sentimientos. A su vez, estos sentimientos van a variar en relación al género de la obra expuesta, y la vía por la cual se producirá ese valor, es a través de la catarsis.
En relación a este concepto,el educador y fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, desarrolló el denominado «sistema pedagógico para la creación de valores». A través del mismo, sostuvo que la clave de la verdadera felicidad se encontraba en la capacidad de crear valor aun enfrentando circunstancias difíciles. Esta idea de crear valor no hace alusión a los valores en el sentido de la estándar moral, sino que son aquellos aspectos positivos de la realidad generados cuando uno interactúa de manera creativa con los desafíos de la vida cotidiana.
Nosotros podemos crear valor en cada momento a través de nuestra reacción al ambiente y dependiendo de nuestra determinación y dirección, el valor que surja de allí puede ser positivo o negativo.
El teatro en la actualidad
A continuación, compartimos unas palabras del maestro Ikeda pronunciadas en la Academia de Bellas Artes del Institut de France en el año 1989, en un discurso llamado La vida creativa, en el cual refiere a las expresiones artísticas en la era moderna:
«A medida que hemos ido internándonos en la modernidad, el medio ambiente del arte también sufrió notables transformaciones. Pensemos en el teatro contemporáneo, comparado con el drama griego de la época clásica, cuando el público, reunido en el anfiteatro que circundaba el escenario, a menudo participaba con mayor entusiasmo que los actores. Hoy, cuando un artista solitario enfrenta la hoja en blanco o la tela al desnudo, ¿cómo puede conectarse con el público desconocido? Por talentoso que sea, el ambiente actual no le ofrece terreno para el encuentro recíproco, ni comunidad orgánica de intereses donde la fuerza integradora del arte pueda obrar para vincularnos con la realidad trascendente.
Algunos buscan rescatar una vitalidad prehistórica, moribunda, en su afán de redescubrir la solidez resistente de los pueblos antiguos. Otros sueñan con una naturaleza en bruto, indómita, a salvo de las restricciones de la modernización. La lucha por restituir la totalidad adopta muchas formas. Por otro lado, desde fines del siglo pasado, a veces nos parece como si los problemas típicos de cada era hubieran hecho surgir una galaxia de estrellas que se acercan y pasan a nuestro lado, cual opulento desfile de mentes brillantes. Hoy, la libertad y la diversidad artística están más a nuestro alcance que nunca, y, sin embargo, diría que en la misma medida vemos debilitarse la capacidad de trascender lo visible y de penetrar en los niveles más profundos de la realidad, mientras se marchita y reseca el deseo de sanar el espíritu desvinculado de sus semejantes». [1]
CITAS
[1] IKEDA, Daisaku: La vida creativa, discurso pronunciado en la Academia de Bellas Artes del Institut de France, París, Francia, el 14 de junio de 1989.