Humanismo Soka
NUESTRO BRILLANTE CAMINO HACIA LA VICTORIA
Quienes dedican
su vida
al kosen-rufu,
el más grande propósito,
son verdaderos paladines.
Un mes de febrero (de 1960), hace cincuenta años, transcribí en mi diario las siguientes palabras del escritor chino Lu Xun (1881-1936): «¿Qué es un camino? Es lo que se crea hollando la espesura, donde no hay sendas y sólo crecen espinos».[1]
Esto ocurrió tres meses antes de que asumiera la presidencia de la Soka Gakkai. Quería abrir un camino hacia el avance, en bien de todos los miembros que se estaban esforzando tras la muerte del presidente Toda. Esa era mi verdadera determinación. Abriría una ruta de esperanza, de felicidad, de paz y de gloria. ¡Una vía hacia el triunfo!
Para alentarme, también escribí en mi diario: «Mientras los líderes mantengan una firme fe, con la postura de “no escatimar el cuerpo y la vida”,[2] la Soka Gakkai remontará las alturas por toda la eternidad». [3] Los líderes de la SGI necesitan ser incondicionales en su dedicación, sin dejar de avanzar en forma permanente, un paso tras otro. Nada es más noble que tomar la iniciativa en bien del kosen-rufu. Nada es más poderoso que la seriedad y la sinceridad de compromiso. Nada es más profundo que el esfuerzo denodado. Esta clase de determinación es lo que abre el camino hacia la victoria.
*
¿Dónde se encontraba Nichiren Daishonin cuando escribió Sobre la profecía del Buda, donde proclama su visión acerca del kosen-rufu mundial? Estaba exiliado en la isla de Sado. Desde ese islote en el mar del Japón, irradió una enorme luz de paz que iluminaría el mundo entero por todos los siglos futuros. Pensando en el estado de vida inconmensurable del Daishonin, en 1960, di mi primer paso hacia el kosen-rufu mundial viajando a Hawai, a poco de asumir funciones como tercer presidente de la Soka Gakkai. Luego, en 1975, decidí que sería Guam el lugar en el cual fundaríamos la SGI. Los pueblos de Hawai y de Guam, como el de Okinawa en el Japón, habían tenido que soportar un terrible sufrimiento durante la Segunda Guerra Mundial.
El 26 de enero de 1975, declaré a los miembros que se habían reunido en Guam para inaugurar la SGI, provenientes de cincuenta y un países y territorios: «Espero que construyan una noble vida, dedicada a sembrar las semillas de la Ley Mística en bien de la paz, en todo el mundo». Este fue mi propio y profundo compromiso. Esas semillas que hemos plantado ya se han extendido a ciento noventa y dos países y territorios; hoy brotan vigorosamente de la tierra, produciendo exquisitas flores.
¡Hemos superado incontables tormentas adversas, y hemos triunfado resueltamente!
Seguiremos efectuando contribuciones positivas a la sociedad, con el espíritu plasmado en la Carta Orgánica de la SGI: «La SGI contribuirá con la paz, la cultura y la educación de toda la humanidad, basándose en el budismo que respeta la dignidad de la vida humana».
¡Qué prodigioso
que nuestros amigos
de todo el mundo
elogien alegremente
a los campeones del kosen-rufu.
*
Kwame Nkrumah (1909-1972), primer mandatario de Ghana, declaró: «La Historia abunda en pruebas incontables de una de sus más importantes leyes: el futuro que asoma incipiente siempre es más poderoso que el pasado marchito». [4]
Un proverbio africano dice: «Mil empieza por uno». En enero de 1974, comenté a un joven periodista del diario Seikyo que viajaría a Ghana como corresponsal extranjero: «Con el tiempo, muchos miembros de África vendrán al Japón buscando el budismo del Daishonin. Llegarán de a decenas, cientos y miles. Se acerca una nueva y espléndida era».
En ese momento, parecía un sueño, pero en realidad yo había decidido ocuparme de que así ocurriera; había resuelto convocar la aparición de Bodisatvas de la Tierra en el África para hacer realidad la visión del kosen-rufu mundial heredada de mi mentor, Josei Toda. He orado con alma y vida, y he aprovechado cada oportunidad para alentar con profunda sinceridad a todos los miembros africanos con quien he podido encontrarme. En todos estos años, vine hablando y actuando en bien del África como nadie podría imaginarse.
El Daishonin escribe: «Hasta una sola semilla se multiplica, una vez que es plantada». [5] Pero ninguna semilla crece si no es puesta en la tierra. Por eso, necesitamos sembrar las semillas de la Ley Mística, una tras otra, sin escatimar esfuerzos. El kosen-rufu avanza a través de estas acciones constantes e infatigables.
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¿Por qué se ha propagado el budismo en África? Zenzo Matsuyama, un prominente escritor y director cinematográfico japonés (que no es miembro de la SGI) viajó a África a mediados de los ochenta para dialogar con los habitantes de estos países y tratar de encontrar respuesta a esta pregunta. Estaba entrevistando a los miembros de la SGI de Ghana, uno de los primeros países africanos en los cuales se difundió el budismo de Nichiren Daishonin, cuando de pronto llegaron en automóvil tres jóvenes del vecino país de Togo.
Una de ellos era Ida Gbodossou-Adjevi, actual directora general de la SGI de Togo. Esa joven, que actualmente es una respetada médica de África Occidental, había ingresado en la SGI en 1979, mientras estudiaba en Francia. Tres años después, ya de regreso en Togo y armada de una firme motivación interna, comenzó a compartir las enseñanzas del Daishonin con otras personas. Con el tiempo, una miembro de la SGI de Norteamérica se mudó a Togo, y juntas iniciaron una amplia tarea de difusión del budismo.
En la época en que el cineasta Zenzo Matsuyama viajó a Ghana, ya había sesenta y ocho miembros en Togo. Cuando, por fin, tras una larga espera se reabrió el cruce fronterizo entre Togo y Ghana, la doctora Gbodossou-Adjevi pudo ingresar en el territorio ganés. Llevaba en la mano una lista de los miembros de Togo; quería saber cómo promover en su país el movimiento de reuniones de diálogo de la SGI, y ansiaba conocer más sobre los escritos del Daishonin. Tanto al señor Matsuyama como a los miembros de Ghana les impresionó mucho su serio espíritu de búsqueda. Las semillas de la Ley Mística habían echado raíz en el lugar que ellos menos hubieran imaginado.
En 1985, se creó el primer distrito de la SGI de Togo, al frente del cual se designó a la doctora Gbodossou-Adjevi. En el 2000, ya era una sede central nacional. Hoy, la SGI de Togo cada vez suma más miembros, y lleva a cabo grandes reuniones, de mil personas. Esta organización está creciendo enérgicamente, liderada por sus jóvenes.
*
El señor Matsuyama escribió: «¿Quién enseñó a las personas a hacer daimoku? ¿Quién propició y permitió el surgimiento de tantos miembros? Fueron los miembros comunes de la Soka Gakkai [de todo el mundo], basados en su deseo de compartir los beneficios de su práctica». [6] Los miembros no emprendieron esta tarea por órdenes de terceros, sino por su propio deseo. Lo que sentían era la necesidad de transmitir a la mayor cantidad posible de personas la alegría infinita que les proporcionaba su práctica. Uno por uno, estos individuos comenzaron a narrar a sus amigos sus propias vivencias, y su experiencia personal con el budismo. El punto de partida de la poderosa marea del kosen-rufu mundial es esta clase de intercambios y de diálogos, de persona a persona.
Cuando el maestro Toda se encontraba en prisión, tomó conciencia de que el Buda era la vida en sí, y comprendió que su identidad esencial era la de un Bodisatva de la Tierra. En ese momento, cobraron vida en nuestro mundo contemporáneo los principios del humanismo budista. Todos los miembros de la SGI somos Bodisatvas de la Tierra, ya que asumimos la misión de propagar en cada rincón del mundo las enseñanzas budistas sobre el respeto a la dignidad de la vida y el respeto a la humanidad.
En La selección del tiempo, Nichiren Daishonin escribe:
«Luego, cuando dos, tres, diez, o incluso cien, mil, diez mil y un millón de personas lleguen a recitar el Sutra del loto y lo transmitan a los demás, formarán un monte Sumeru de la perfecta iluminación, un océano del gran nirvana. ¡No busque ninguna otra vía por la cual lograr la Budeidad!». [7]
Completamente de acuerdo con estas palabras de oro, hoy nuestra gran red de individuos dedicados a la paz y a la felicidad, que han tenido la buena fortuna de conocer la Ley Mística, está envolviendo el orbe entero; esta red hoy une a los pueblos del mundo trascendiendo las fronteras nacionales.
Siempre avanzaremos con la postura de levantarnos solos, por iniciativa propia y autónoma. Siempre seguiremos alentando a cada persona que conozcamos, atesorándola como a un individuo infinitamente digno de respeto y dueño de la naturaleza de Buda.
(Traducción del artículo publicado el 1o de febrero de 2010 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai).
CITAS
[1] Lu, Xun: Selected Works (Obras escogidas), trad. por Yang Xianyi y Gladys Yang, Pekín: Foreign Languages Press, 1985, vol. 2, pág. 54.
[2] Nota de los Editores del SGI Newsletter: A partir del 2010, todas las citas del Sutra del loto se extraerán de la obra The Lotus Sutra and Its Opening and Closing Sutras (El Sutra del loto y sus sutras de inicio y de cierre), trad. por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2009. Para abreviar, en lo sucesivo se mencionará sólo el título, el capítulo y el número de página. Durante un breve lapso, además, se seguirá incluyendo entre corchetes el número de capítulo y de página correspondiente a la obra anterior, The Lotus Sutra (Sutra del loto), trad. por Burton Watson, Nueva York: Editorial de la Universidad de Columbia, 1993. La cita correspondiente a esta referencia es de El Sutra del loto y sus sutras de inicio y de cierre, cap. 13, pág. 233 [Sutra del loto, cap. 13, pág. 194].
[3] Ikeda, Daisaku: A Youthful Diary: One Man’s Journey from the Beginning of Faith to Worldwide Leadership for Peace (Un diario juvenil: La travesía de un hombre desde los albores de la fe hasta el liderazgo de la paz mundial), Santa Monica, California: World Tribune Press, 2000, pág. 473.
[4] Nkrumah, Kwame: Neo-Colonialism: The Last Stage of Imperialism (El neocolonialismo: la última fase del imperialismo), Nueva York: International Publishers Co., Inc., 1966, pág. 252.
[5] The Writings of Nichiren Daishonin (WND), Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 602.
[6] Matsuyama, Zenzo: Ah Ningen Sammyaku (Una noble red de humanismo), Tokio: Ushio Shuppansha, 1985, pág. 146.
[7] END, pág. 608.









