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Conociendo el pensamiento Ikeda: la música – Encontrar luz en medio de la oscuridad | ESPECIAL NOVIEMBRE

Conociendo el pensamiento Ikeda: la música – Encontrar luz en medio de la oscuridad | ESPECIAL NOVIEMBRE

Conociendo el pensamiento Ikeda: la música – Encontrar luz en medio de la oscuridad | ESPECIAL NOVIEMBRE

Humanismo Soka

miércoles, 26 de noviembre de 2025

miércoles, 26 de noviembre de 2025

Durante toda su vida, el maestro Ikeda tuvo un profundo vínculo con la cultura, la lucha por la paz, y la educación. Desde joven, la música fue una de las artes que más lo acompañó. Además de ser un gran admirador de muchos músicos como Beethoven, creó y apoyó fundaciones musicales, y dialogó con incontables artistas y músicos alrededor del mundo sobre el poder de la música. La música siempre fue para el maestro Ikeda un medio para encontrar inspiración y aliento, y brindar esperanza al corazón de las personas. En esta entrega de la sección «Conociendo el pensamiento Ikeda», compartimos su perspectiva sobre el arte musical.

Durante toda su vida, el maestro Ikeda tuvo un profundo vínculo con la cultura, la lucha por la paz, y la educación. Desde joven, la música fue una de las artes que más lo acompañó. Además de ser un gran admirador de muchos músicos como Beethoven, creó y apoyó fundaciones musicales, y dialogó con incontables artistas y músicos alrededor del mundo sobre el poder de la música. La música siempre fue para el maestro Ikeda un medio para encontrar inspiración y aliento, y brindar esperanza al corazón de las personas. En esta entrega de la sección «Conociendo el pensamiento Ikeda», compartimos su perspectiva sobre el arte musical.

Durante toda su vida, el maestro Ikeda tuvo un profundo vínculo con la cultura, la lucha por la paz, y la educación. Desde joven, la música fue una de las artes que más lo acompañó. Además de ser un gran admirador de muchos músicos como Beethoven, creó y apoyó fundaciones musicales, y dialogó con incontables artistas y músicos alrededor del mundo sobre el poder de la música. La música siempre fue para el maestro Ikeda un medio para encontrar inspiración y aliento, y brindar esperanza al corazón de las personas. En esta entrega de la sección «Conociendo el pensamiento Ikeda», compartimos su perspectiva sobre el arte musical.

Abrumado por sus múltiples ocupaciones, y desesperanzado al punto de querer abandonar todos sus objetivos, un joven le preguntó al maestro Ikeda cómo es que siempre estaba tan tranquilo y firme en medio de tantas actividades y responsabilidades.

En respuesta, el maestro Ikeda afirmó que es a través de tener un firme compromiso en la fe y rompiendo sus propios límites, es que uno puede conocer su verdadera capacidad, mucho mayor a lo imaginado. Luego, reprodujo un vinilo de Caballería Ligera de Franz Von Suppé, y luego una grabación de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Al escuchar juntos estas obras, se sintieron inspirados y alentados más aún. Entonces, el maestro Ikeda dijo al joven: «Practicar el budismo no es alejarnos de las cosas que son parte de la existencia. El kosen-rufu es un movimiento para crear una cultura y un modo de vida verdaderamente humanista». [1]
Mientras el poderoso ritmo de la música reverberaba en su corazón, también le dijo: «No importa cuán frustrado o triste puedas sentirte a veces, o qué dificultades enfrentes, es importante que avances siempre. Beethoven escribió sobre encontrar “alegría mediante el padecimiento”. Si puedes avanzar más allá del sufrimiento, contemplarás con regocijo el diáfano cielo de la alegría y de la victoria en toda su extensión». [2]

Cuando era joven, Ikeda afrontó enormes dificultades y sufrimientos, como la pérdida de su querido hermano mayor en el campo de batalla de la Segunda Guerra mundial, tener que volverse el sostén económico de su familia desde pequeño, en medio de una gran pobreza, y contraer  tuberculosis, hasta el punto de que los médicos le digan que viviría hasta los treinta años. Durante esos años de posguerra, el joven Ikeda se apoyó en la cultura y el arte para encontrar luz en medio de la oscuridad, y seguir adelante hacia sus sueños. Más tarde, cuando conoció al que se convirtió en el segundo presidente de la Soka Gakkai Josei Toda y lo adoptó como mentor de la vida, hizo propio el ideal que aquel albergaba de construir una humanidad de paz y felicidad,hasta «erradicar el sufrimiento», como solía expresar. En esta saga de maestro y discípulo, la música siempre estuvo presente.

Como alguien que vivió grandes dificultades, Ikeda atesoró la música desde lo más profundo de su vida. Expresó:

«En ese período de oscuridad y desesperanza [del Japón de posguerra], la música y la literatura me eran una preciada fuente de esperanza y de inspiración. Nada me gustaba tanto como la Quinta Sinfonía de Beethoven, también conocida como “La Llamada del Destino”. Me sentaba en el minúsculo apartamento donde vivía y, cuando los acordes de esta obra maestra me envolvían con su resonancia imponente, sentía que la sangre rebullía de pasión y brincaba al son de la música. ¡No sería derrotado! ¡Protegería a mi mentor a toda costa! Esa determinación sólida como la roca me atravesaba de los pies a la cabeza». [3]


Trascender fronteras

Como una propuesta de Ikeda basada en su profunda convicción de que una religión verdaderamente humanística iba de la mano con el avance en la cultura, en el año 1954, cuando tenía 26 años, fundó una formación musical como parte de la Soka Gakkai. A pesar de que ningún otro líder lo apoyaba en este proyecto, el maestro Toda lo instó a que, si era lo que consideraba, que entonces fuera y lo hiciera. El joven Ikeda vendió sus preciados libros de su pequeña biblioteca y compró instrumentos para la nueva banda de jóvenes. Con el correr del tiempo, ésta banda se convertiría en la agrupación musical más importante de Japón, ganando los más prestigiosos torneos nacionales. A su vez, esta formación se creó en todas partes del mundo:  en Argentina, por ejemplo, están las Bandas Juveniles Cosmopolita Ongakutai y Dulce Melodía Kotekitai, y la Orquesta Vanguardia Ikeda, nombre que, en el año 2008 y como respuesta a la decisión de los jóvenes de la Argentina, el mismo maestro Ikeda designó. 

Los grupos culturales de la Soka fueron un punto de partida para el desarrollo de la Cultura Soka en todo el mundo, que abriría camino a través de las fronteras, para generar diálogos en las más difíciles circunstancias.

Motivado por el deseo de llevar el arte al corazón del pueblo, en 1963 fundó la Asociación de Conciertos Min-On, con el objetivo de «restituir a la gente el arte y la cultura». Estaba decidido a generar el ámbito para que las personas comunes puedan disfrutar de las más grandes obras artísticas de todo el mundo. También estaba convencido de que el arte verdaderamente humanista no era para el orgullo de las clases altas o poderosas, ni como un sello de distinción social para unos pocos, sino que debía estar en el corazón de las personas comunes. Como él mismo afirmó: «Ese era mi único propósito. Por eso, escogí el nombre Minshu Ongaku Kyokai, que literalmente significa «Asociación Musical para el Pueblo», hoy abreviado como Min-On». [4]


Museo de Música de la Asociación de Conciertos Min-On, fundada el 18 de octubre de 1963, ubicado en Tokio, Japón.


Muchos reconocidos músicos argentinos, como por ejemplo los maestros del tango Osvaldo Pugliese y Mariano Mores, participaron en intercambios con Min-On, generando también un profundo vínculo de amistad con el maestro Ikeda. Ambos artistas dedicaron un tango en nombre del maestro Ikeda, y en el año 1993, compartieron escenario en el festival realizado en el Teatro Coliseo, que contó con la presencia del maestro Ikeda. 


La cultura nos hace más humanos
        

En la actualidad, muchos jóvenes sufren por una profunda confusión: ¿a qué debemos darle más valor, a lo material, a lo espiritual, a la fama, a los sentimientos…? ¿Qué es lo más importante en la vida?

Más allá del camino que uno elija, la perspectiva propuesta por el maestro Ikeda es que el propósito de la cultura, y la música en especial, está vinculado con darle lugar al propio humanismo en medio de la vida cotidiana. Un mundo donde solo importa lo material o las circunstancias (ya sean favorables o desfavorables) sería falto de cualquier tipo de sentimiento humano, y nos llevaría a una vida vacía y sin sentido.

El maestro Toda siempre instó a los jóvenes discípulos a constantemente nutrir su vida con la más elevada expresión del arte y la cultura, enfatizando en la importancia que eso tenía para su vida y su futuro:

«El maestro Toda nos exhortaba siempre a ir en busca de lo mejor para elevarnos y superarnos como seres humanos. Lo que quería era hacer de nosotros, en todos los aspectos, integrantes sobresalientes de la sociedad. Yo también siempre quise que los jóvenes experimentaran lo mejor, en cada campo del quehacer humano. Cuando uno ha conocido lo mejor, enseguida se da cuenta cuándo está frente a algo de segunda o de tercera clase. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el caso contrario: uno puede pasarse la vida en contacto con cosas mediocres, sin jamás llegar a comprender lo superior. Conozcan a personas de primer calibre; escuchen la mejor música; lean libros estupendos; vean arte sublime… Esa es la forma de cultivar su personalidad para elevarla al primer nivel», expresó el maestro Ikeda. [5]

Yehudi Menuhin, considerado uno de los mejores violinistas del siglo XX en todo el mundo, en su diálogo con el maestro Ikeda, expresó que el propósito de su educación musical era alentar a los seres humanos a ser humanos. Por eso, se oponía con vehemencia a todo aquello que buscara reprimir el arte o el humanismo. [6]

A partir de las enseñanzas del maestro Ikeda, tenemos la oportunidad de preguntarnos constantemente cómo cultivar existencias valiosas, plenas de humanismo. Sin importar el rol que cumplimos en la sociedad, la manera en que llevamos adelante cada cosa en nuestra vida puede ser, en sí, un hecho artístico.

En una ocasión, para transmitir el profundo sentimiento que embargaba el corazón del maestro Ikeda, quien se encontraba atravesando dificultades debido a críticas y presiones que estaban cayendo sobre él para instarlo a abandonar la presidencia de la Soka Gakkai, decidió tocar en el piano la canción de Dainanko (El gran héroe Kusunoki) y grabarla para obsequiársela a representantes del Departamento Juvenil, abrigando el deseo de transmitir a través de aquellas melodías su infinita esperanza en los jóvenes, líderes de la nueva era.

La canción narra la despedida entre el legendario guerrero Kusunoki Masashige y su hijo Masatsura en 1336, cuando Masashige marchaba a la batalla contra el poderoso ejército de Takauji, sabiendo que la derrota y la muerte eran inevitables. Antes de partir, el padre ordenó a su hijo regresar a casa; su hijo, decidido a morir con él, se resistió, pero finalmente cedió entre lágrimas al comprender que, si ambos caían, nadie podría impedir que su malvado enemigo, llamado Ashikaga, tomara el poder.

El maestro Ikeda, en su novela La nueva revolución humana, escribió al respecto: «A Josei Toda le gustaba esta tonada, y muchas veces pedía a los miembros del Departamento Juvenil que la cantaran. Hay una frase en la que Masashige le dice a su hijo Masatsura: “Crece rápidamente y sirve a tu señor, en bien de tu país”. A través de ese verso, Toda había manifestado su deseo de que los jóvenes de la Soka Gakkai asumieran lo antes posible la responsabilidad del futuro y dedicaran su existencia a cumplir el gran juramento del kosen-rufu».  [CITA 7]

Sobre aquella ocasión en que tocó la canción para enviar a los jóvenes discípulos, Ikeda también narró cómo, sin pérdida de tiempo, pidió al personal del centro que preparara una grabadora. Y, antes de empezar a tocar, dijo: «Te dedico esta canción, querido joven amigo, en quien deposito mi absoluta confianza. Oro por el éxito de tus magníficas actividades en el siglo XXI». Luego, se dirigió al piano y volcó su espíritu entero en la interpretación: tocó con fuerza y, como escribió:  «con el ferviente anhelo de ver a cada uno de sus discípulos desarrollarse en grandes valores. Por dentro clamaba: “¡Levántense discípulos míos, compañeros de lucha!, ¡Avancen con intrepidez decididos a ser cada uno ‘Shin’ichi Yamamoto!’”». [8]



CITAS

[1] IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Buenos Aires: Azul índigo, 2024, vol. 12  pág. 92-93.

[2] Ib.

[3] IKEDA, Daisaku: Mis diálogos con ciudadanos del mundo. Yehudi Menuhin, violinista de fama mundial, publicado el 28 de mayo de 2006 en el Diario Seikyo, periódico de la Soka Gakkai.

[4] Ib.

[5] Ib.

[6] Ib.

[7] IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Buenos Aires: Azul índigo, 2024, vol. 30 parte I, pág. 82.

[8] Ib., 85.

© Humanismo Soka - 2024

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