Humanismo Soka
Seguramente cuando empezamos a practicar, unas de las cosas que fuimos aprendiendo es que la felicidad que plantea el budismo no es una vida libre de problemas, y que por ende, no estamos exentos de atravesar las numerosas situaciones complejas que son parte de la vida. Y fuimos experimentando esa fortaleza que proviene de superar los obstáculos. Fuimos comprendiendo, seguramente a través del estudio y del aliento, que las adversidades no solo son parte de la existencia, sino que también son necesarias para demostrar la validez de esta enseñanza y para manifestar la Budeidad. Y también, más de una vez, esas situaciones nos llevaron a enfrentar de lleno nuestras propias limitaciones e incluso la propia duda del corazón.
No exageramos si decimos que la vida es una serie de dificultades. En una época como la actual, caracterizada por las crisis interminables, muchas personas se ven ante problemas que parecen estar fuera de su control. En diversos escritos y cartas imbuidas de aliento a sus discípulos, Nichiren Daishonin explica la esencia de la fe para avanzar hacia la victoria con esperanza y un estado de vida elevado, incluso vapuleados por las pruebas aparentemente interminables de la vida, y enseña la importancia de la fe resuelta a la hora de superar obstáculos. En un gosho llamado «Un navío para cruzar el mar del sufrimiento», para describir la postura de un practicante genuino, afirmó:
«Cuanto más grandes sean las dificultades que se abatan sobre él, mayor será su deleite, gracias a la fuerza de su fe. […] De la misma manera, sin tribulaciones no habría devoto del Sutra del loto». [1]
Y exhortó al destinatario, su discípulo Shiiji Shiro, a perseverar consciente de la «profunda relación kármica del pasado» [en virtud de la cual podía enseñar a otros una frase o pasaje del Sutra del loto] y a cumplir su noble misión como «enviado de El Que Así Llega».
Aquí, el Daishonin nos alienta expresando que quienes practican la Ley Mística pueden triunfar sobre todos los obstáculos y lograr la iluminación sin falta.
En otra conocida carta, al menor de los hermanos Ikegami, Munenaga, llamada «Los tres obstáculos y los cuatro demonios», el buda Nichiren esboza la postura crucial que debemos tener en la fe.
En su disertación sobre este escrito, el maestro Ikeda reflexionó que aunque sepamos que los obstáculos van a surgir naturalmente, de ser posible, nadie espera tener que enfrentarlos. «Es una reacción humana comprensible» expresa. Sin embargo, el Daishonin en esta carta señala que la aparición de estos obstáculos y funciones es un motivo de alborozo al señalar: «En ese momento, invariablemente aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios; pero cuando ello sucede, los sabios se regocijan, mientras que los necios se echan atrás». [2]
¿A qué se refieren estos tres obstáculos y los cuatro demonios?
Representan las diversas obstrucciones e impedimentos que se interponen o se manifiestan en la práctica budista. Y si bien hay una clasificación de cada uno de ellos, en verdad se refiere a cualquier clase de adversidad que pueda debilitar nuestra convicción en la fe.
Entonces, ¿cómo entender una declaración semejante, de regocijarnos? En principio, parece algo imposible. Pero lo cierto es que podemos forjar nuestra vida y escalar la cumbre de la Budeidad remontando los precipicios y las cuestas de los obstáculos, para poder, desde las alturas, deleitarnos con la sublime vista de nuestro estado de Buda.
El maestro Josei Toda, solía referirse a los tres obstáculos y los cuatro demonios expresando que representaban los valles de capacitación y de aprendizaje que separan los cerros de los beneficios que vamos escalando camino hacia la gran montaña de la Budeidad. Expresaba:
«Cuando uno, dispuesto a ascender más, pasa de un cerro a una montaña más alta, invariablemente tiene que cruzar los valles que hay en el medio. [...] Si comparamos el logro de la Budeidad con el ascenso hasta la cumbre de la montaña más alta, los beneficios que uno recibe cuando recién ha abrazado la fe son como alcanzar un cerro de escasa altura. Lograr la Budeidad significa escalar una montaña mucho más alta. Es fundamental que no se extravíen en los valles que atraviesan durante ese trayecto. Dichos valles son el ámbito donde los tres obstáculos y los cuatro demonios pugnarán entre sí por atacarlos y hacerlos claudicar. No se dejen embriagar por los beneficios recibidos en los primeros tramos de su fe. No aflojen el esfuerzo en su práctica budista cotidiana; antes bien, recuerden que el propósito de la fe es atravesar esos valles para seguir avanzando». [3]
Integrantes de la Soka Gakkai de la Región Patagonia Norte.
Puede que nos sintamos asediados por estos impedimentos adversos, pero la realidad es todo lo contrario. Son obstáculos que han surgido porque decidimos, por voluntad propia, desafiarnos en ascender hasta la cumbre de la montaña más alta llamada Budeidad. El hecho de que surjan estos obstáculos muestra que estamos practicando la enseñanza budista correcta y avanzando en la dirección correcta. Son una prueba que debemos superar para lograr una felicidad duradera, es decir, la Budeidad. Cuando tomamos conciencia de este punto, la lucha contra dichas funciones se convierte en un desafío de inmensa alegría.
El Daishonin enseñó a sus discípulos que se debatían en medio del infortunio, a afrontar la adversidad con fe jubilosa, poniéndose de pie valientemente por iniciativa propia.
Nos alienta a jamás sucumbir o temer a estas funciones, y encararlas de frente. Esa es la manera de forjar el indestructible estado de la Budeidad. Es como si nos transmitiera el rotundo mensaje: «¡No sean derrotados en este momento decisivo!». «¡Atraviesen la ignorancia y la ilusión, y triunfen sobre todos los impedimentos!».
El maestro Ikeda, al igual que Makiguchi, Toda y el mismo Nichiren Daishonin, volcó su vida por entero al propósito de ejemplificar la postura valiente que nos permite triunfar en cualquier contienda. Al respecto, escribió:
«Lo crucial a la hora de enfrentar obstáculos es, en primer lugar, entonar Nam-myoho-renge-kyo. Esto hace circular en nuestra vida la corriente vital de la Budeidad, que es lo que nos permite derrotar la negatividad. El segundo punto es mantener la unión con los compañeros de fe y permanecer en la comunidad armoniosa de practicantes. No debemos dejar que nuestra vida sea controlada por el medio ambiente. Por el contrario, tenemos que participar activamente en el mundo donde se practica la fe en el budismo de Nichiren. Cuando lo hacemos, podemos desplegar en nuestra vida el mismo espíritu de lucha que mostró el Daishonin a la hora de batallar contra las funciones destructivas. Tomar contacto con otras personas que luchan por el kosen-rufu fortalecerá nuestra propia vida». [4]
La fortaleza de la fe es lo que, en última instancia, determina la victoria en cualquier batalla. Por ende, es crucial reconocer las funciones negativas, la verdadera naturaleza de las adversidades cuando se manifiestan, así como vencerlas y triunfar mediante un daimoku resuelto.
El maestro Toda concluía que uno solo puede avanzar con convicción en la vida si despliega una fuerza vital tan inmensa como la del universo. El daimoku y los esfuerzos por el kosen-rufu son esa fuente de vitalidad potente.
La felicidad es afrontar los problemas, las adversidades y el karma con robusta fuerza vital y prevalecer sobre ellos, convirtiéndolos en el combustible de un mayor crecimiento, en el trampolín de nuestra revolución humana y en oportunidades para revertir el karma adverso.
Ikeda expresó en una ocasión a una integrante de la Soka Gakkai:
«La felicidad no es la ausencia de problemas. Una vida sin dificultades es vacía y aburrida. De ser así, no ofrece ninguna oportunidad de hacer la revolución humana ni de transformar el destino. Por otro lado, la alegría interior y la verdadera felicidad son el saldo de resistir y superar cualquier situación adversa. Cuando uno, en el transcurso de su práctica budista, encuentra problemas, así sea en la vida cotidiana o en el ámbito de la fe, eso demuestra que está avanzando de manera significativa en su revolución humana y en sus esfuerzos por cambiar positivamente el karma. En tal sentido, las adversidades son medallas de honor para los que practican el budismo de Nichiren». [5]
Haciendo propias estas profundas palabras, si triunfamos en el plano de la fe, vamos a abrirnos paso sin falta, como una flor en pleno invierno. Vamos a generar un giro positivo y beneficioso frente a cualquier sufrimiento para alentar con la verdad y la profundidad de nuestra propia vida, a todas las personas que están esperando ser felices. Triunfemos rotundamente para abrir una primavera de felicidad y aliento en la sociedad.
Fuentes:
[1] Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 34
[2] Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 667
[3] Toda, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1983, vol. 3, págs. 444-445.
[4] IKEDA, Daisaku: Aprendamos de los escritos de Nichiren Daishonin: Las enseñanzas para lograr la victoria: Los tres obstáculos y los cuatro demonios, publicado en la edición de noviembre de 2012 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.
[5] IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz, Buenos Aires: Azul Índigo, 2022, vol. 2, pág. 205.