En un mundo donde cada segundo parece contado y vivimos constantemente apurados, Momo, la obra de Michael Ende, (re)aparece como un recordatorio atemporal de lo que realmente importa. Publicada en 1973, esta novela es más actual que nunca porque cuestiona una pregunta que todos, en algún momento, nos hacemos: ¿en qué estamos empleando nuestro tiempo?

La protagonista, Momo, tiene un talento especial: sabe escuchar. ¿No parece nada difícil no? Pero ella no solo presta atención a las palabras, sino también a lo que las personas realmente quieren decir. En contraste, los "señores grises", antagonistas de la historia, simbolizan todo lo que parece habernos atrapado en el siglo XXI: la sensación de que nunca hay tiempo suficiente y podríamos decir que cierta obsesión por la productividad. ¡Rendir, rendir, rendir al 100%!

Hoy, esos señores grises podrían ser nuestros calendarios desbordados, las notificaciones de las redes sociales o la presión de optimizar cada instante de nuestras vidas. En esta era de la inmediatez, donde todo debe ser rápido y eficiente, el mensaje de Momo resuena como un llamado a la introspección: ¿estamos realmente viviendo o solo corriendo de un lugar a otro?

La novela no solo nos recuerda la importancia de disfrutar el presente, sino que también nos invita a reconectarnos con las pequeñas cosas que realmente dan sentido a nuestros días: una charla con amigos, leer un buen libro o tomar contacto con nuestros deseos y objetivos.

En una oportunidad, Daisaku Ikeda se refirió al libro escrito por Ende de la siguiente manera: «Si consideramos su obra como una totalidad, hallamos en ella la aspiración de restituir el humanismo en la civilización moderna. [...] Podría decirse que Momo cumplía el papel fundamental de una religión, pues inspiraba confianza, esperanza, voluntad y decisión en cada persona, y porque a través de ella las personas tomaban conciencia de su propia misión irreemplazable. Y, para lograrlo, a la joven sólo le bastaba con escuchar atentamente. Creo que este relato nos enseña qué busca la gente en la actualidad».

Entonces, ¿qué hacemos con nuestro tiempo? Quizás este sea un buen momento para bajarnos del tren de la productividad desbordada y redescubrir lo esencial. Porque al final, como nos enseña Momo, no se trata de cuántas cosas hicimos, sino de cómo nos conectamos con lo que realmente importa.

[1] IKEDA, Daisaku: Discurso Escuchar bien es el primer paso para el diálogo constructivo, pronunciado en 1991.