Humanismo Soka
Tal como lo expresa el maestro Ikeda en su diario juvenil, esta acción valiente crea valor y es lo que construye una nueva época.
Lunes 12 y Martes 13 de octubre de 1953
Todo el día lloviznó. El cielo plomizo me recuerda mi propio estado anímico. A la tarde, vinieron a recibir aliento unos jóvenes de mi Cuerpo. Siento un gran afecto por todos ellos. Espero, de corazón, que nunca abandonen la fe. Son jóvenes grandiosos. [...] Cada uno se debate con sus propias dificultades. ¡Qué admirable! Debo prestar sincera atención a cada persona.[...] mis amigos con quienes comparto lazos tan hondos como si fueran mis hermanos o mi familia, ¡estoy orando por su inmensa felicidad! Oro por su crecimiento ininterrumpido. Ah, cómo pasa el tiempo... Tiene que venir una nueva época. Estoy esperando esa época. ¡Vivo para esa época! En mi juventud, debo hacer progresos significativos. Tengo mucho que reflexionar sobre mí mismo.
Daisaku Ikeda (Crónicas de un ideal, págs. 215-216)
Atesorar a cada persona
«Empleemos la voz sin mezquindad
como expertos en el arte del aliento
y hoy, una vez más,
sigamos brindando infinita inspiración
y fortaleza a quien tenemos delante».[1]
La convicción en el profundo valor de la vida de cada persona es el punto de partida para transformar la comunidad en la que vivimos y la sociedad en su conjunto. Este espíritu, que podría plasmarse en la frase «atesorar a cada persona», es la conclusión del budismo de Nichiren. Respetar y valorar a la persona que tenemos enfrente, y a todos aquellos con quienes nos relacionamos en nuestra vida diaria, es la enseñanza esencial del budismo.
Esta filosofía no existe fuera de la vida cotidiana y, dado que la existencia se encuentra intrínsecamente conectada con la de quienes nos rodean, al alentar a otros también nos alentamos a nosotros mismos. Es un proceso que fortalece recíprocamente tanto la propia Budeidad como la de los demás. El Daishonin escribe: «Si uno enciende un farol para dar luz a otra persona, también ilumina su propio camino»[2] y también expresa: «Cuando uno da vigor a otro, acrecienta sus propias fuerzas».[3] Aunque nos encontremos enfrentando distintos desafíos, ningún esfuerzo por expandir la paz y el diálogo cae en saco roto, todo se convierte en gran buena fortuna para nuestra vida.
El aliento es la fuerza de diez mil
El ideograma chino con que se escribe «aliento» significa «la fuerza de diez mil». Es decir, no existe fuerza más grande en el mundo que el aliento. A su vez, en inglés, la palabra «encourage» [alentar] se traduce como «brindar coraje». El aliento mutuo y el apoyo que nos damos unos a otros, expande un oleaje de valor, solidaridad y fortaleza que revitaliza la vida de todos y nos impulsa a avanzar hacia adelante.
El aliento es una cuestión del corazón. No tiene que ver con la formalidad o la capacidad intelectual, tampoco con el tiempo que uno lleva practicando la fe. El maestro Ikeda expresa: «Mientras uno sea serio y sincero, la sabiduría brotará sin falta. [...] cuando nos ponemos de pie en la fe y nos levantamos por nuestra propia decisión, podemos trascender nuestra capacidad y actuar de una forma que refleje nuestra verdadera y suprema sabiduría».[4] Cuando sentimos aprecio y nos preocupamos por alguien, brota de nosotros una sabiduría ilimitada y sin falta nuestras palabras llegan al corazón. A su vez, las acciones comprometidas como volver a encontrarnos con esa persona, o preguntarnos «¿qué estará necesitando en este momento?», «¿cómo se sentirá?», «¿habrá algo de lo que necesite hablar?», reflejan en forma concreta el significado del aliento. Este es el espíritu de la Soka Gakkai y la fuerza motriz que impulsa el kosen-rufu.
El diálogo abre una nueva época
En una oportunidad, luego de que Corea declarara su independencia, el célebre paladín de la independencia coreana, Kim Ku, expresó las siguientes palabras: «Quiero que nuestro país sea el más hermoso del mundo. No que sea el más rico, ni el más fuerte. Hoy a la humanidad no le falta fuerza ni armas, ni poderío económico. [...] La razón fundamental por la cual el género humano hoy está sufriendo es la falta de humanismo y de justicia, la falta de espíritu misericordioso, la falta de amor. Si pudiera gestarse un espíritu así, con los recursos materiales de los que hoy disponemos, sería posible que los millones de habitantes del planeta hoy vivieran en plenitud y desarrollo».[5]
El kosen-rufu, en verdad, es un movimiento ciudadano global de aliento y de diálogo, que tiene el potencial de transformar positivamente la época. El maestro Ikeda afirma: «Alentar también es empoderar. ¡Cuán espléndido será el futuro de la humanidad cuando en todo el orbe los seres humanos se alienten unos a otros, cuando tomen conciencia de su gran misión y de su potencial latente! Mis jóvenes sucesores que están recorriendo este camino de cambio trascendental, les pido a cada uno de ustedes, sin excepción: ¡Escriban una brillante historia que testimonie la magnífica victoria del pueblo!».[6]
Conclusión
En un diálogo con los jóvenes, el maestro Ikeda expresó: «Cada vez que tengo oportunidad de estar frente a alguien, vuelco toda mi vida en ese encuentro, y pienso que tal vez no tenga otra ocasión de volver a verlo. Pienso: “Si hoy no doy este primer paso, jamás se abrirá el camino hacia delante” y hago todo lo que puedo para alentar a la persona hasta el fin. Aunque se fuera al rincón más lejano del planeta o se distanciara un poco de la fe, yo haría cuanto estuviera a mi alcance para protegerla. Y a aquellos que están pensando en abandonar la fe por completo, quiero permitirles que disfruten, junto conmigo, de los beneficios sorprendentes de practicar la Ley Mística, aunque para ello deba tomarlos en mis brazos, cargarlos a las espaldas o jalarlos hacia delante. Quiero que sientan profundamente lo maravilloso que es el beneficio que brinda el esfuerzo en la fe. Si los demás pueden percibir con qué sinceridad deseamos que ellos sean felices, se pondrán de pie por decisión propia, sin que tengamos que presionarlos ni insistirles mucho. Lo importante es orar para que puedan sentir nuestro corazón».[7]
En el mundo, no hay nadie que no tenga preocupaciones, todos enfrentamos circunstancias de diversa índole y anhelamos expresar nuestro potencial plenamente. En este contexto, la humanidad está buscando más que nunca que los jóvenes emprendamos diálogos con compromiso solidario. Ese aliento imbuido de «la fuerza de diez mil» es como una brisa que disipa la ansiedad y transmite confianza, transformando el dolor y la desesperación en esperanza y valentía.
Citas:
1 IKEDA, Daisaku: Artículo publicado en la edición de marzo de 2018 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.
2 On Clothing and Food (Sobre la ropa y la comida), en The Writings of Nichiren Daishonin (WND), Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 1066.
3 Ib.
4 IKEDA, Daisaku: La Sabiduría del Sutra del loto: Diálogo sobre la religión en el siglo XXI, publicado en la edición de mayo de 1999 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.
5 Kim Ku, Pekupomu Iruji – Kim Gu Jijoden (Baek Bum Ilji; Autobiografía de Kim Ku), trad. al japonés por Hideki Kajimura, Heibonsha, Tokio, 1973, pág. 331. Traducción tentativa al español por SGI Newsletter, 2001.
6 IKEDA, Daisaku: Iluminando el mundo con el budismo del sol, publicado en la edición de enero de 2022 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.
7 IKEDA, Daisaku: La Sabiduría del Sutra del loto: Diálogo sobre la religión en el siglo XXI, publicado en la edición de mayo de 1999 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.