Humanismo Soka
Desde tiempos antiguos, las personas admiran una buena dentadura. Incluso Shakespeare dijo: “Pues no ha existido aún filósofo alguno / que pudiera soportar con paciencia un dolor de muelas”. El buda Nichiren Daishonin menciona los dientes blancos como parte de la belleza. Incluso, en las escrituras budistas que se remontan a los tiempos del Buda Shakyamuni, los dientes se mencionan como uno de los treinta y dos rasgos de un buda.
A veces, podemos llegar a pensar que da igual cuidar o no nuestra dentadura: nos acostumbramos a esquivar las consultas con el dentista o cepillarnos conscientemente cada día. Sin embargo, esto puede traer consecuencias a largo plazo: los problemas en la dentadura no son sólo dolorosos, sino que también nos pueden afectar la capacidad de ingerir alimentos y digerirlos, de hablar, y muchos otros.
Si contamos las muelas de juicio, los adultos tienen treinta y dos piezas dentales. Y, a pesar de que no todos tenemos el hábito de concurrir regularmente al dentista, la mayoría desearía tener una dentadura blanca como la nieve. Sin embargo, según los profesionales, los dientes demasiado blancos tienden a ser débiles. En realidad, como afirmó la odontóloga Esumi Sato en un diálogo que sostuvo con el maestro Daisaku Ikeda, los dientes que tienen un ligero tinte amarillo «son más naturales y también más fuertes».
¿Por qué se deterioran los dientes con el paso del tiempo?
Se cree que el principal responsable de las lesiones es el streptococcus mutans, una bacteria que vive en el azúcar, con el cual forma un material pastoso y adherente, poco soluble en el agua. Resguardada en esta sustancia, se reproduce en la superficie de los dientes, formando sobre ellos una capa. Es lo que habitualmente llamamos “placa bacteriana”.
En ella se alojan distintos tipos de bacterias. Esos microorganismos descomponen los residuos que quedan entre los dientes y producen una sustancia ácida que corroe, gradualmente, la superficie del esmalte. Y comienza la caries.
¿Cómo prevenir la caries?
Sólo el correcto cepillado es la única y mejor manera preventiva. Consiste en remover esa placa corrosiva y crear un medio desfavorable para la supervivencia de las bacterias.
La dentista Sato también afirmó: «Con frecuencia, la gente dice que tiene mala dentadura porque sus padres también la tuvieron, pero no es así. La aparición de las caries depende únicamente del cuidado de los dientes».
¿Qué alimentos producen caries, y cuáles benefician la dentadura?
Los dulces, las tortas, las bebidas azucaradas, los caramelos… Es sabido que son productoras de caries, pero ¿sabías que también los snacks que tienen mucha grasa, como las papas fritas, también crean un medio viscoso en la boca?
Quienes siempre están “picando” algo dulce o ingiriendo bocadillos ricos en hidratos de carbono mantienen constantemente un medio ácido en la boca y crean las condiciones propicias para la proliferación de la flora bacteriana responsable de las caries. Los alimentos que se ingieren entre las comidas son grandes enemigos en este aspecto.
Ahora bien, ¿cuáles son los alimentos que benefician la salud dental?
Los pescados pequeños que pueden comerse íntegros, incluso con espinas, suelen ser buenos. Proporcionan calcio y fósforo, elementos indispensables para los dientes, y también fluoruro, que los fortalece. Además, los lácteos, las verduras de hojas verdes como el kale, la acelga, la espinaca, la rúcula y el berro, el brócoli, las almendras, el apio, el kiwi y la frutilla son grandes aliados para fortalecer la salud de nuestra sonrisa. También el té verde es bueno para los dientes, porque contiene fluoruros.
Otro dato interesante es que los dientes permanentes comienzan a formarse cuando el niño está en el vientre de la madre, de modo que es importante que la mujer embarazada siga una dieta equilibrada.
¿Sabías que la gente de hoy tiene más caries que sus ancestros?
El factor más importante es el cambio en las costumbres alimentarias. Con los actuales métodos de cocción y los avances tecnológicos para procesar alimentos, la comida que ingerimos es sustancialmente más blanda y refinada. Como resultado, la masticación es menos laboriosa. Se cree que ésta podría ser una de las razones por las cuales las mandíbulas del ser humano se han empequeñecido y sus dientes se han vuelto frágiles.
La reducción del tamaño de nuestros maxilares ha tenido un efecto adverso sobre la disposición de los dientes. Es de lo más frecuente encontrar adultos que tienen problemas con sus muelas del juicio, ya que no disponen de espacio para acomodarse.
De acuerdo con una investigación, en la actualidad las personas masticamos menos de la sexta parte de lo que acostumbraban nuestros antepasados, que, en la etapa prehistórica comprendida entre 300 a.C. y 300 d.C., masticaban tres mil novecientas noventa veces en cada comida, mientras que en el presente se mastica un promedio de sólo seiscientas veinte veces por comida.
Sobre esto, el maestro Ikeda comentó: «¿Sólo la sexta parte? ¡Es sorprendente! Parece que las mandíbulas y los dientes del ser humano han respondido siempre a un mecanismo de adaptación; en el pasado, tenían que ser fuertes para triturar alimentos duros.
El mismo principio se aplica a otros aspectos de la vida humana. Al abrigo de circunstancias cómodas, uno pierde las aptitudes para enfrentar los desafíos. Sólo ante una situación difícil, ante “un hueso duro para roer”, podemos crecer como individuos, e incluso, hacer aflorar nuestras fuerzas».
El cepillado correcto para una sonrisa brillante
¿Cuántas veces al día debemos cepillarnos los dientes? Aunque lo ideal sería hacerlo después de cada comida, en realidad, no es imprescindible repetirlo tantas veces. El hecho es que aun cuando comemos algo dulce, no se producen las caries inmediatamente. Se requieren alrededor de veinticuatro horas para que se forme la placa, es decir, el terreno propicio para el desarrollo de las bacterias.
Por esta razón, la calidad del cepillado es más importante que la frecuencia con que se realiza. Como promedio, se suele dedicar unos treinta segundos a ese menester. Pero esto no es suficiente para erradicar la placa. La Asociación Dental Americana indica que deben cepillarse los dientes durante dos minutos para eliminar los restos de comida y evitar la placa bacteriana.
Para cepillarse los dientes correctamente, se recomienda:
Usar movimientos cortos y suaves
Prestar atención a la línea de la encía, los dientes posteriores y las zonas alrededor de obturaciones
Limpiar las superficies externas e internas de los dientes superiores e inferiores
Cepillarse la lengua para tener un aliento más fresco
Usar hilo dental para llegar a zonas que no alcanza el cepillo
Se aconseja cepillarse al menos dos veces al día, preferiblemente después de cada comida. También es importante esperar al menos 30 minutos después de comer alimentos ácidos, como limones, naranjas o pomelos, para realizar el cepillado.
El cuidado de los dientes y de la salud, en general, depende de nosotros. Sin embargo, un cepillado puede resultar excesivo cuando se tiende a cepillar con demasiada fuerza. La mejor manera de tomar el cepillo es sostenerlo entre los dedos pulgar e índice. Así se ejerce una presión ideal.
Al respecto de la salud dental, el maestro Ikeda expresó: «Una boca limpia dice mucho acerca de la personalidad y del aprecio que un individuo siente por sí mismo; también nos indica la impresión que producirá en los demás. La gente que debe hablar en público no puede permitirse el lujo de descuidar sus dientes. La higiene dental es parte esencial de nuestros modales. [...] no cabe duda de que cada uno es responsable de su salud. Y que una dentadura sana está íntimamente relacionada con una mente y un cuerpo saludables, con una vida larga y feliz. Tenemos que continuar cepillando nuestros dientes del modo apropiado, para lucir una hermosa sonrisa que deleite a todo aquél que se acerque a nosotros».
[Fuente]
SATO, Esumi e IKEDA, Daisaku: “Un nuevo siglo de salud: El budismo y el arte de curar: Dientes”, publicado en el Diario Seikyo el 2 de junio de 1996.